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jueves, 4 de noviembre de 2010

El éxito del fracaso... o el fracaso del éxito

EL PAÍS - 30.10.2010
El fracaso, el éxito... són dos etiquetas impuestas por la sociedad que me molestan un poco, tirando a mucho.  ¿Dónde está el límite entre uno y otro?  ¿Es importante ser exitosos en lo que hacemos?  ¿Debemos deprimirnos si fracasamos?  Al final... ¿quién pone los límites?

Este fin de semana pasado, como cada sábado, Rosita y yo nos fuímos a comprar El País.  Su Babelia está de lo más sabroso si lo sabes maridar bien con el bocadillo de "Pa amb tomàquet i fuet" y el café con una nube de leche que me tomo los días que empieza a hacer fresco.  Es un suplemento que guardo en la mesilla de noche puesto que me lo leo todo durante la semana.

Me pude deleitar, desayunando, releyendo la biografía de Paul Gauguin, un autor que, además, siempre me ha cautivado por su valentía y coraje en dejar su trabajo burgués (era banquero e invertía en bolsa - preludio de los yuppies más agresivos de la década de los '80 del siglo XX)  y dedicarse a su pasión: la pintura y la escritura, sobretodo cuando estaba en Tahití.  Sin embargo, si hoy en día es uno de los pintores más cotizados (o sea, con éxito para nosotros), en su momento fue ridiculizado e infravalorado.  Pero la vida es irónica.  De su último viaje a París se llevó una enfermedad venérea, después de haber visitado a una señorita,  y su cuerpo fue deteriorándose y pudriéndose hasta morir mientras que su espíritu, cada vez más libre de la materia que le encarcelaba, empezaba a volar y a volar hasta crear las obras más bellas que nos dejó el pintor francés.  Si bien, como persona, como materia, en su momento fue un fracasado (desgraciado) su espíritu empezaba a tener éxito (a eternizarse).

Historias como la de Paul Gauguin hay a montones.  Y no hace falta que se publiquen en libros, revistas, magazines o suplementos... Cada uno de nosotros llevamos el éxito y el fracaso dentro.  Cada día vivimos un pequeño éxito y un gran fracaso... O un gran éxito y un pequeño fracaso.

Cuando estudiaba en la universidad, recuerdo una asignatura que se llamaba "Teoría de la Literatura" dónde nos explicaron lo que era el "drama" -en el sentido más "griego"-.  Puesto que la memoria es traidora, ahora mismo no recuerdo si fue en la universidad, algún profesor; o en la universidad de la calle, la vida misma, alguien que me dijo "cada uno de nosotros llevamos un drama en nuestro interior.  Saberlo reconocer te hará tener éxito.  Chocar con tu drama, te hará fracasar".  Y sí.  Es verdad.  Reconocernos en el dicho de que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra" te da esta ventaja.  Te da la ventaja de tener más "éxitos" que "fracasos".

Éxito - Fracaso... una quimera social para convertirnos a todos en un sólo clon.  Bueno, quizás dos... el clon del exitoso y el clon del fracasado...

Al fin y al cabo, creo, lo mejor es reducir estos dos parámetros a lo más personal e interno nuestro.
Al fin y al cabo, creo, reconocer el fracaso personal de hoy conlleva el éxito de ahora mismo.

Una vez  más, irónicamente, la contra de El País, llevaba esta entrevista con título O eres positivo o hundes a todo el mundo, que os pongo en foto... Este chico tan guapo es Oscar Pistorius, el mejor velocista con piernas ortopédicas... ¿No será acaso que el éxito lo encontramos cuando somos positivos y aceptamos nuestras diferencias como algo natural?  ¿No será acaso que el éxito está en ser honesto con uno mismo?

Y sí, la vida es siempre irónica.  Incluso es irónico que de un fracaso nos podamos llevar un gran éxito.  Pero más irónico y vitalizante es que, el éxito, nos lleve al fracaso...

Esta semana, sin embargo, mi Babelia ha cogido vida propia y se ha ido... no sé dónde... ¡QUÉ FRACASO!... O no.  Quizás está teniendo éxito en otra mesilla de noche... Chi sà!