Cada noche, sobre las 9,30, el 99% de los españoles nos dejamos engullir por el televisor. Nos incomunicamos del resto de la civilización. Es la hora del "tiempo", la previsión meteorológica. No puedes llamar a nadie porque, si lo haces, o te dicen rápido "te llamo después del tiempo" o, directamente, pasan completamente de ti.
En todas las cadenas, sean estatales, autonómicas o locales, el hombre (ahora también mujeres) del tiempo tienen sus quince minutos de gloria ya que son las "noticias" más seguidas y más escuchadas de todo el telediario. Y con más concentración de sentidos. En estos momentos, nadie en casa puede decir absolutamente nada.
Creo que el fenómeno "del hombre del tiempo" es lo único que nos queda que nos remite a nuestra época de hombres cazadores, hombres que vivíamos en las cuevas de cualquier montaña de nuestras geografías. Es dos personajes a la vez, el shamán -por lo de leer las señales de la naturaleza- y el brujo -por la predicción- que la Inquisición quiso quemar.
Es el único momento del día en que de una manera consciente, podemos salirnos de la realidad para hablar "científicamente" de lo que va a suceder en 4 o 5 días vista. Si no lo aciertan... bueno, ya lo sabemos, nunca aciertan, siempre se equivocan; y si aciertan... ¡qué bien hice en pillarme el paraguas!, ya lo predijeron. En el fondo, tanto nos da que acierten o no acierten, el índice de audiencia no bajará, al contrario, podremos montarnos una porra para ver si la predicción que van a dar hoy para el domingo de la semana que viene va a ser cierta o volverá a ser el gran equívoco que dará que hablar en el ascensor con desconocidos, o con nuestra pareja -que después de diez años juntos, nuestras opiniones sólo coinciden con lo que pensamos sobre el hombre del tiempo-.
Y sinó, tenemos un tema de conversación futil y entretenido. Aunque da igual hablar del tiempo, de la Belén Esteban o de Gran Hermano. La cuestión es huir.
Pero sí, acierten o no, debemos de dejar nuestra realidad y situarnos, de la manera que sea, en el futuro. En toda la historia de la humanidad ha habido esta sensación de "insatisfacción" por el presente. Antiguamente, podíamos consultar los oráculos, podíamos ir al shamán del pueblo para que nos alegrara nuestra existencia haciéndonos "felices-ahora" con lo que nos iba a suceder dentro de un tiempo. Ahora, con la desestructuración social que vivimos, lo poco que nos queda es la "ciencia" del señor que está delante de un mapa con altas y bajas presiones, las vidas ajenas de energúmenos de un reality show, o la incultura cada vez más extendida de la princesa del pueblo.
¿Y si nuestra sociedad no estuviera tan "cientificada"... seríamos más felices y viviríamos más el día a día? ¿Podríamos aguantar cinco días sin ver al señor del tiempo?
Esta mañana, al despertarme en Barcelona, la zona Este estaba un poco nublada, la zona oeste limpia de nubes... altas presiones para la semana que empezamos!
¡Qué lástima haber perdido el lenguaje de la naturaleza!
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