Recuerdo, a lo largo de mi periplo por Oriente, convivir con etnias que no se reconocían a ellos mismos en una foto, o en un espejo. ¡Vaya! -pensé ingénuamente, como occidental educado en una universidad-, será algo que nos deben de enseñar de pequeños. Y sí, se ve que mirarse en el espejo es como leer un mapa: alguien debe educarte a ello, sinó uno llega a una edad a partir de la cual le es imposible aprender -y aprehender- este arte.
Y es que, perderse con un mapa en Extremo Oriente, en los altiplanos casi inhabitados de China, es estar atrapado en un trozo de papel: desesperante. Nadie sabe qué es aquéllo que el "blanco narizotas" se trae entre manos. Es más, hay etnias en China que un día oyeron hablar sobre El País del Centro -"China" en mandarín-, pero que nunca han estado allí. ¡Qué asombro más mágico para un oriental! ¡Qué estupidez tan absurda para un occidental!
¡Qué belleza, qué simplicidad en la forma y cuánta verdad transmite este pasaje!
Aún creyendo saber leer un mapa, mi triste realidad es que, cuando voy a las carreras de orientación, y con ayuda de brújula, suelo desviarme, suelo llegar de los últimos a la meta. Pero me siento seguro con el mapa y con la brújula.
Sí, también me siento seguro, cada mañana, al verme en el espejo y saber que estoy ahí, por unos segundos. Aunque, lo que me sienta más seguro es que sé que la imagen no quedará pegada al espejo, que no me ha adelantado, ni va a huir de mi!
Zhuang Zi, aquí, nos transmite la idea de "lucidez" y "clari-videncia" taoístas y que se basan en la espontaneidad, el Ziran, o sea, a lo inevitable.
Y lo inevitable es saber que nuestra existencia aquí es como la imagen de un espejo sin sujeto; es inevitable saber que un mapa nos conduce a ningún lugar. {sin el NO de ningún}
Ya han pasado casi diez años desde que viví una situación tal, y ahora me doy cuenta de que, mirarnos en el espejo, es otro factor cultural que nos ata ansiosamente a una cultura. Cuando una mente occidentalizada se mira en un espejo está reteniendo cosas, hechos, factores, intenta congelar el tiempo... cuando una mente taoísta se mira en un espejo, está deshaciéndose de todo, haciendo el vacío, buscando la no-acción taoísta, está viendo una realidad que la mente occidental no puede concebir. ¿Cuántas veces nos ha seguido la persona que está dentro del espejo? ¿Cuántos personajes esconde el espejo una vez nos hemos separado de él?
Así, pues, mirarnos en el espejo no siempre nos ayuda a reconocernos en un espacio y un tiempo, puesto que, al fin y al cabo, es sólo una imagen, algo ilusorio, una quimera que nos retiene a otras imágenes que nos alejan de la realidad.
Zhuang Zi tiene un pasaje que me llena de paz:
"El hombre cabal convierte su corazón en un espejo. No se apega a las cosas ni se adelanta a ellas. Se limita a responder a ellas sin tratar de reternerlas. Así es como es capaz de dominar las cosas sin que hagan mella en él". [LIBRO VII]
¡Qué belleza, qué simplicidad en la forma y cuánta verdad transmite este pasaje!
Aún creyendo saber leer un mapa, mi triste realidad es que, cuando voy a las carreras de orientación, y con ayuda de brújula, suelo desviarme, suelo llegar de los últimos a la meta. Pero me siento seguro con el mapa y con la brújula.
Sí, también me siento seguro, cada mañana, al verme en el espejo y saber que estoy ahí, por unos segundos. Aunque, lo que me sienta más seguro es que sé que la imagen no quedará pegada al espejo, que no me ha adelantado, ni va a huir de mi!
Zhuang Zi, aquí, nos transmite la idea de "lucidez" y "clari-videncia" taoístas y que se basan en la espontaneidad, el Ziran, o sea, a lo inevitable.
Y lo inevitable es saber que nuestra existencia aquí es como la imagen de un espejo sin sujeto; es inevitable saber que un mapa nos conduce a ningún lugar. {sin el NO de ningún}
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