jueves, 22 de julio de 2010

MEDITANDO TAO :.:.: 1.-- El Principio


38 aforismos para sentirnos mejor

1.—El Principio

El Tao que puede nombrarse no es el Tao eterno.
El nombre que puede nombrarse no es el nombre inmutable.

La no existencia es el principio del cielo y de la tierra.
La existencia es la madre de todo lo que hay.

Desde la eterna no existencia contemplamos en calma el misterioso principio del Universo.
Desde la eterna existencia vemos con claridad las distinciones superficiales.

No existencia y existencia son uno y lo mismo en su origen;
Sólo se separan cuando se manifiestan.
Esta unidad se denomina profundidad.
La infinita profundidad es la fuente de donde se origina todo lo que hay en el Universo.

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Los dos primeros versos el Tao recuerdan la ley de la inmutabilidad. Para el I Ching y sus filosofías derivadas, el Tao –pensamiento espiritual- y el Tai ‘Chi –pensamiento corporal-, lo único que es inmutable es lo mutable. Por lo tanto, la mutabilidad, el cambio, el progreso, el avance, son continuos, no se detienen. Lo que es cambiante no se puede cambiar.

Debemos darnos cuenta de que todo lo creado, y lo no creado, se encuentran bajo los auspicios de dicha ley. Todo cambia, dentro de un círculo, de una montaña rusa, pero SIEMPRE está cambiando. Y nosotros también estamos dentro de este círculo del cambio.

Por contra, no podemos nombrar al Tao como si fuera un árbol, como si fuera una persona querida, como si fuera nuestra mascota. El Tao, en sí, no es una cosa, un ser, no es algo palpable que podamos tocar, ver, oler, oír. Es la sabiduría del Universo en cualquier ente creado. El Tao eterno no puede nombrarse. Forma parte de nosotros mismos, en nuestro interior. Forma parte de la naturaleza. Forma parte de la creación. Está en todo el Universo. Es, por así decirlo, nuestra esencia. En otro contexto y en otro tiempo, es la misma tesis que propuso el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein (1889 – 1951) en su Tractatus Logico-Philosophicus “7.—De lo que no se puede hablar, hay que guardar silencio”. El Tao existe, sin más. Y puesto que no podemos hablar de él, tampoco podemos dudar de su existencia.

El cielo y la tierra son una de muchas de las palabras designadas por el Yin y el Yang. El cielo es el Yang, la zona soleada de la montaña, el Padre, la fuerza, la creatividad. La tierra es el Yin, la zona oscura de la montaña, la Madre, la abnegación, lo receptivo. Las virtudes de fuerza y abnegación sólo pueden darse en el principio de todo, cuando nada existía. También la filosofía cristiana explica lo mismo en el Génesis. Partimos de la nada. Con la “nada” podemos crear. No podemos partir de lo creado para crear. Una vez están creados el cielo y la tierra es cuando podemos decir que la existencia es la madre de todo lo que hay. A la vez, todo lo que hay forma parte del cielo y de la tierra, del Yin y del Yang, del universo.

El tercer pareado nos habla de desnudarnos. Y para un occidental mediterráneo, desnudarse es muy pudoroso. Como occidentales leyendo y meditando el Tao debemos despojarnos de cualquier visión que nos han enseñado hasta ahora. Tenemos que dejar de lado nuestra mirada crítica occidentalista y entrar en la visión oriental, en la visión del Tao. Y este mirar se basa en el vacío. Una vez más, en otro contexto y en otra época, debemos de recordar a Magritte y su famoso cuadro “Ceci n’est pas une pipe” (esto no es una pipa) escrito debajo del dibujo de una pipa. Seguro que la primera vez que lo vemos quedamos perplejos, boquiabiertos. Y es que los sustantivos son casuales. Las palabras vienen del azar. El mundo real que vemos cada día es sólo una imagen de nuestro propio mundo que no describen una verdad y una realidad objetivas y universales, sino NUESTRA realidad y NUESTRA verdad. Nada más. Cuando escuchamos hablar a alguien, escuchamos su mundo que en ningún momento tiene por qué ser nuestro mundo. Pueden ser mundos paralelos, pero nunca los mismos. De esta manera, cuando oímos hablar a alguien sobre su mundo, sólo recibimos las imágenes de todo aquello que es superficial, porque estamos hablando de existencia, de lo que ya está creado y no podemos ir a su génesis, no podemos profundizar. Desde el silencio y el respeto, vamos más allá. Es cuando podemos adentrarnos en nosotros mismos, cuando estamos en introspección cuando podemos proyectarnos a los otros desde el Tao, desde la sabiduría, desde la inacción y la calma.

Los cuatro últimos versos nos hablan de unidad, del número Uno que a la vez es dos: no existencia y existencia. Y, si seguimos el corriente de pensamiento aristotélico, podemos llegar al tres, que para los occidentales es muy significativo: Dios es Uno en Tres. Para todas las culturas del mundo, y para nosotros siguiendo las enseñanzas pitagóricas, el Uno es el generador de todos los números, aunque los pitagóricos no lo consideraban un número sinó que caracterizaba la razón. Geométricamente, el Uno se representa con el punto, que en sí mismo representa el generador de todas las dimensiones. Cuando empezamos a escribir o a dibujar, siempre empezamos desde un punto. El ser humano como imagen del Universo, contiene este uno que es tres. El ser humano es el punto de inicio de toda acción.

Desde el punto de vista del Tao, somos existencia y no existencia que nos conducen a la profundidad. A la vez –último verso- al ser una profundidad que no se termina jamás, volvemos a la nada, al estadio preliminar de la creación del Cielo y de la Tierra. Somos uno en tres: materia, espíritu e intelecto. Cuando esta trinidad se separa y uno de ellos no sintoniza con el resto del grupo, caemos en el conflicto personal. Nos apartamos de la naturaleza, nos apartamos del Tao.

MEDITACIÓN:. Sólo reconocemos el silencio cuando los pájaros han dejado de piar. Llegar a ser uno en plenitud comporta unir nuestro cuerpo con nuestra mente, así equilibramos nuestro espíritu. Ser verdadero con uno mismo es reducirse al punto que nos llevará al origen de la nada para poder crear. El mayor pecado que puede hacer el hombre es ir en contra de sí mismo. Luego nos llega el castigo y podemos vivir nuestro propio apocalipsis. El Tao, el camino, se encuentra en el equilibrio, en el silencio, en la inacción.

“… En un momento dado fui seducido por sus tierras vírgenes y por sus gentes simples y primitivas. Volví, y volveré a hacerlo. Para crear algo nuevo es necesario volver a las fuentes, a la infancia de la humanidad…” (Paul Gauguin, entrevista publicada en el Écho de Paris, en Mayo de 1895)

1 comentario:

  1. La vida de los humanos es mas que compleja,dificil. Tantas reglas
    a sequir a diario,tantas leyes morales,legales,gubernamentales,
    mundiales,naturales. Y aun asi se continua trayendo a este mundo personas que en ningun momento le han pedido a sus padres que los pro-creen. Las personas que NO tengan suficiente capital financiero solo deberian utilizar las relaciones sexuales como un ejercicio o deporte anti-depresivo.
    Son los sin dinero los que TIENEN que aprender sobre el Tao,el Yin,el Yan,sobre vivir en silencio interior,para asi poder lidiar al toro de la miseria y la pobreza. Es muy cierto que los ricos sufren y lloran,pero no tienen que vivir de ninguna filosofia.
    Al que mas deprecion tenga; al que padezca de tristezas, el estres es seguro en un 90% de los casos por falta del Don Dinero,sobre todo en nuestro mundo capitalista .
    El pobre insolvente practica la filosofia y el Tao para resistir la miseria,las deudas,el hambre y por eso llora.
    Los ricos y acomodados ven el tao en peliculas de misticismo desde el conford del aire frio acondicionado de sus bellas casas y sueñan y planifican sus vacaciones al tibet. El rico disfruta de este mundo ; el pobre tiene que vivir dentro de el.

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