domingo, 31 de octubre de 2010

TAI - La Paz

Esta tarde he mirado al cielo.  La mitad nublado, la mitad azul.  Al observar la nubes, hemos jugado, con mis amigos, a leerlas.  A todos nos parecían elementos relacionados con la Tierra: hombres, animales, plantas... Hemos dejado volar nuestra imaginación y cada uno de nosotros delataba su subconsciente.

De repente me he acordado de Tai, el hexagrama 11 del Yi Jing, el Libro de los Cambios, uno de los 5 libros sagrados del Confucianismo.  El hexagrama es, también, muy sugerente:  el trigrama Kun que representa la Tierra, la Madre, lo Receptivo está arriba, y el trigrama Qian que representa el Cielo, el Padre, lo Creativo está por debajo.  Lo que está en el Cielo se refleja en la Tierra.  Lo que está en la Tierra se crea en el Cielo.  Además, el trigrama Kun representa el solsticio de invierno, diciembre, mientras que el trigrama Qian representa el solsticio de verano, junio.  Luz y oscuridad se encuentran a medio camino de todo.  Y hoy más que nunca puesto que, a pesar de ser 30 de octubre, ha sido un día que cuando ha lucido el sol ha hecho calor, cuando se ha escondido, nos hemos tenido que abrigar, y en general ha llovido a ratos y ahora ya cae la típica tormenta de otoño.  Verano e invierno se han juntado en un solo día.

Tai, La Paz:  se va lo pequeño y llega lo grande con éxito venturoso.  El Yi Jing nos dice "afortunado y propicio".  El Cielo y la Tierra se entrelazan perfectamente, así toda la Creación puede fluir.  Y es verdad, incluso nosotros jugando con las nubes hemos visto objetos terrenales en el cielo.  ¡Qué maravilla!

Hoy, un día antes del día de los Santos Difuntos, es un día para recordar la Paz, quizás eterna, a la que todos alcanzaremos un día, todavía no sabemos cuando.  Pero también para recordar a todos aquellos que nos han ido dejando a lo largo de nuestros caminos.  Gente a la que hemos querido, gente que nos ha querido más de lo que nos merecíamos, gente que sólo vimos una vez en la vida, seres que de un modo u otro han formado parte de nuestra existencia.

Y hoy, mirando al cielo, he recordado a mi padre en su lecho de muerte.  Desde lo más profundo de su larga agonía, abrió los ojos y, al verme, se le humedecieron y alargó su mano ya fría a mi mejilla.  Me rozó como si viera a su bebé que tanto quiso, me acarició como cuando me tranquilizaba de algún terror nocturno que tenía a mis siete años, me tocó como toca un padre a un hijo de 16 años, y lloró como llora un padre a un hijo cuando se va de casa para siempre.

Fue una caricia de segundos, la más larga, tierna y profunda que jamás he tenido y que aun hoy, seis años después, todavía siento en mi piel, cada mañana, al despertarme.

Fue un momento de paz, como Tai, en que tanto lo Receptivo como lo Creativo dejaron fluir sus emociones y sus amores.  Fue un momento como el de hoy, mirando al Cielo, y ver a dos amantes haciendo el amor entre las nubes.

domingo, 24 de octubre de 2010

El momento dulce, cuando el aire se ha parado

Debo el título del post a Mariàngela Vilallonga, su comentario al post anterior.  Yo le llamo el punto de quietud, ella me comenta... "Yo le llamo el momento dulce, cuando incluso el aire se ha parado".


Llevo varias semanas inmerso en literatura sobre el Tao filosófico, así como empapándome de teoria filosófica, ontológica, religiosa y otras especialidades tanto del Tao filosófico como del Tao religioso.

Uno de los fenómenos que más populares se ha hecho en Occidente sobre el taoísmo y, por extensión, el buddhismo (el buddhismo que llega a Occidente está muy empapado de taoísmo filosófico) es el vacío.  Popularmente, casi todos hemos entendido que el vacío se consigue a través de "no hacer nada" -wu wei-.  Pero claro, para un occidental, cuando le dicen "no hagas nada", entiende -y yo también- sentarse en el sofá y estarse quietecito y calladito... Incluso ya, lo más frívolo y superficial del taoísmo occidental popularizado es que, cuando tenemos problemas de verdad, no hace falta hacer nada... todo se arreglará....

Bueno, no sé si "no hacer nada" arregla mucho a la hora de pagar una hipoteca, o de mantener un trabajo.  Supongo que, en principio, todos tenemos algún nivel de "responsabilidad" e intentaremos mantener nuestro puesto de trabajo para seguir pagando la hipoteca y continuar viviendo de una manera "segura" según los parámetros culturales de nuestra sociedad occidental.

Resumiendo brevemente, el taoísmo critica duramente el confucianismo en el hecho que éstos últimos eran "esencialistas" mientras que los primeros son "existencialistas".  El problema del confucianismo es que tienen que poner nombres a todo lo existente y, automáticamente, al poner nombres a todo lo que existe, estamos definiendo y, al definir, perdemos la esencia de la cosa nombrada.  En cambio, los taoístas buscan volver al caos (entendido de manera que todas las cosas se confunden y se pierden los límites y definiciones) para llegar a lo que es divino, para llegar al primer estadio de la creación, para llegar al Uno (no comparen con la numerología judeo-cristiana, puesto que no funciona "a nuestra manera").  En este sentido, los taoístas, más o menos, comparten las ideas que Wittgenstein también articuló y que terminó con su máxima "los límites de mi lenguaje son los límites de mi pensamiento".

Y así, los taoístas explican el "vacío" de mente en este sentido.  Cuando perdemos las nociones de las palabras, cuando ya no podemos definir "bueno-malo", "luz-oscuridad", etc., es cuando nos acercamos al Tao, cuando hacemos el vacío, cuando ya no hace falta hacer nada -wu wei- puesto que nosotros mismos ya somos el Tao, el Camino, la Vía.  Y el Tao, pues, no tiene conceptualización o razonamiento.

Hay una historia taoísta, de Zhuang Zi que explica cómo se puede hacer el vacío y llegar al Tao.  No la voy a copiar puesto que es de cinco páginas, pero la voy a resumir: Cuando entramos en el bosque y el Viento sopla (viento, en pensamiento chino simboliza lo Absoluto, el Uno, la Vía, el Tao), pasa por entre los agujeros de los árboles y estos hablan, silban, cantan, gritan, rumorean, en definitiva, lanzan sonidos  (los sonidos serían las palabras, símil de la existencia, del ser).  Así, cuando paseamos por el bosque un día de viento, creemos estar escuchando el sonido del Cielo, pero el Cielo no tiene sonido.  Nuestros oídos físicos escuchan el sonido de la Tierra, el sonido de las apariencias.

"[El mismo Viento] sopla sobre las diez mil cosas {o sea, todo lo creado, lo físico} de diferentes maneras, haciendo que cada cavidad produzca su propio sonido, de modo que cada una imagina que lo produce ella misma.  Pero, en realidad ¿qué es lo que produce los diversos sonidos?" [Zhuang Zi, Libro II]

Para llegar al Tao, hace falta saber escuchar el sonido del Cielo, como cuando el aire se ha parado, que no se oye nada.  Este es el momento dulce de comunión con el Uno, cuando nuestros oídos físicos dejan de trabajar y nosotros hemos pasado a formar parte de lo Absoluto.  Es, seguramente, el momento dulce de Mariàngela en que sabe llegar a la esencia de la cosa admirada yendo más allá de su apariencia.

viernes, 22 de octubre de 2010

Un punto de quietud

"...at the still point, there the dance is, // but neither arrest nor movement.  And do not call it fixity, // Where past and future are gathered.  Neither movement from nor towards, // Neither ascent nor decline.  Except for the point, the still point, // There would be no dance, and there is only the dance." [T.S. Eliot, "Burnt Norton", Collected Poems 1909-1962 (London: Faber and Faber, 1963), p.191] 
El punto de quietud.  El punto muerto.  Aun cuando estamos en movimiento, siempre estamos en no movimiento.  En un punto muerto.  Eliot capta la esencia taoísta en este fragmento de The Still Point.   Todos los momentos de todos los días tienen este punto muerto dónde el pasado y el futuro se mezclan en el mismo instante para formar un caos al que llamamos presente.  Nuestras vidas van tan rápidas y los momentos son tan fugaces que ni siquiera somos conscientes de este punto de quietud.  Eliot lo compara con los bailarines.  Los ve bailando a cámara lenta, fracción de segundo por fracción de segundo.  El poeta ve este punto de quietud:  es el punto, el momento en que a pesar de que el baile existe, es el preciso instante en que deja de existir.  No hay movimiento, todo se funde.  Sólo quietud, paralización, silencio, vacío...  Es el momento pirandeliano: una milésima fracción de segundo en que desconectamos de la vida y tenemos un flash revelador sobre nuestra existencia.  A Pirandello le pasó mirando el mar Adriático.

El presente puede ser caos cuando no sabemos captar la esencia de las cosas, cuando el movimiento nunca cesa, cuando según Zhuang Zi "...para el que atiende a la realidad de los seres, y a la tradición de los humanos usos, las cosas son así: lo unido se separa, lo hecho se destruye, lo afilado se embota, lo respectado se ve humillado, hácese algo y se pierde, el sabio es blanco de intrigas, al que no lo es se le escarnece.  ¿Cómo tomar partido en uno o en el otro sentido?..." [Libro XX.  El Árbol de la Montaña]

Establecerse en un punto de quietud nos "ilumina" en el sentido de "ilustrarnos".  Podemos llegar a ver más allá de lo que parece.  Podemos salirnos del caos del presente.

En el punto de quietud, no podemos tomar partido en ningún sentido.  Es el punto en que somos y no somos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Y... ¿si nos miráramos en el espejo?

Vernos en el espejo es algo habitual, cotidiano, que como mínimo hacemos una vez al día.  Antiguamente, muy antiguamente, nos mirábamos en las aguas tranquilas de los ríos.  Actualmente, todavía hay culturas que desconocen la existencia del espejo.

Recuerdo, a lo largo de mi  periplo por Oriente, convivir con etnias que no se reconocían a ellos mismos en una foto, o en un espejo.  ¡Vaya! -pensé ingénuamente, como occidental educado en una universidad-, será algo que nos deben de enseñar de pequeños.  Y sí, se ve que mirarse en el espejo es como leer un mapa:  alguien debe educarte a ello, sinó uno llega a una edad a partir de la cual le es imposible aprender -y aprehender- este arte.  

Y es que, perderse con un mapa en Extremo Oriente, en los altiplanos casi inhabitados de China, es estar atrapado en un trozo de papel: desesperante.  Nadie sabe qué es aquéllo que el "blanco narizotas" se trae entre manos.  Es más, hay etnias en China que un día oyeron hablar sobre El País del Centro -"China" en mandarín-, pero que nunca han estado allí. ¡Qué asombro más mágico para un oriental! ¡Qué estupidez tan absurda para un occidental!

Ya han pasado casi diez años desde que viví una situación tal, y ahora me doy cuenta de que, mirarnos en el espejo, es otro factor cultural que nos ata ansiosamente a una cultura.  Cuando una mente occidentalizada se mira en un espejo está reteniendo cosas, hechos, factores, intenta congelar el tiempo... cuando una mente taoísta se mira en un espejo, está deshaciéndose de todo, haciendo el vacío, buscando la no-acción taoísta, está viendo una realidad que la mente occidental no puede concebir.  ¿Cuántas veces nos ha seguido la persona que está dentro del espejo?   ¿Cuántos personajes esconde el espejo una vez nos hemos separado de él?  

Así, pues, mirarnos en el espejo no siempre nos ayuda a reconocernos en un espacio y un tiempo, puesto que, al fin y al cabo, es sólo una imagen, algo ilusorio, una quimera que nos retiene a otras imágenes que nos alejan de la realidad.  

Zhuang Zi tiene un pasaje que me llena de paz:
"El hombre cabal convierte su corazón en un espejo.  No se apega a las cosas ni se adelanta a ellas.  Se limita a responder a ellas sin tratar de reternerlas.  Así es como es capaz de dominar las cosas sin que hagan mella en él". [LIBRO VII]

¡Qué belleza, qué simplicidad en la forma y cuánta verdad transmite este pasaje!

Aún creyendo saber leer un mapa, mi triste realidad es que, cuando voy a las carreras de orientación, y con ayuda de brújula, suelo desviarme, suelo llegar de los últimos a la meta.  Pero me siento seguro con el mapa y con la brújula.

Sí, también me siento seguro, cada mañana, al verme en el espejo y saber que estoy ahí, por unos segundos.  Aunque, lo que me sienta más seguro es que sé que la imagen no quedará pegada al espejo, que no me  ha adelantado, ni va a huir de mi!

Zhuang Zi, aquí, nos transmite la idea de "lucidez" y "clari-videncia" taoístas y que se basan en la espontaneidad, el Ziran, o sea, a lo inevitable.

Y lo inevitable es saber que nuestra existencia aquí es como la imagen de un espejo sin sujeto; es inevitable saber que un mapa nos conduce a ningún lugar. {sin el NO de ningún}

domingo, 17 de octubre de 2010

Previsión meteorológica

Cada noche, sobre las 9,30, el 99% de los españoles nos dejamos engullir por el televisor.  Nos  incomunicamos del resto de la civilización.  Es la hora del "tiempo", la previsión meteorológica.  No puedes llamar a nadie porque, si lo haces, o te dicen rápido "te llamo después del tiempo" o, directamente, pasan completamente de ti.

En todas las cadenas, sean estatales, autonómicas o locales, el hombre (ahora también mujeres) del tiempo tienen sus quince minutos de gloria ya que son las "noticias" más seguidas y más escuchadas de todo el telediario.  Y con más concentración de sentidos.  En estos momentos, nadie en casa puede decir absolutamente nada.

Creo que el fenómeno "del hombre del tiempo" es lo único que nos queda que nos remite a nuestra época de hombres cazadores, hombres que vivíamos en las cuevas de cualquier montaña de nuestras geografías.  Es dos personajes a la vez, el shamán -por lo de leer las señales de la naturaleza- y el brujo -por la predicción- que la Inquisición quiso quemar.

Es el único momento del día en que de una manera consciente, podemos salirnos de la realidad para hablar "científicamente" de lo que va a suceder en 4 o 5 días vista.  Si no lo aciertan... bueno, ya lo sabemos, nunca aciertan, siempre se equivocan; y si aciertan... ¡qué bien hice en pillarme el paraguas!, ya lo predijeron.  En el fondo, tanto nos da que acierten o no acierten, el índice de audiencia no bajará, al contrario, podremos montarnos una porra para ver si la predicción que van a dar hoy para el domingo de la semana que viene va a ser cierta o volverá a ser el gran equívoco que dará que hablar en el ascensor con desconocidos, o con nuestra pareja -que después de diez años juntos, nuestras opiniones sólo coinciden con lo que pensamos sobre el hombre del tiempo-.

Y sinó, tenemos un tema de conversación futil y entretenido.  Aunque da igual hablar del tiempo, de la Belén Esteban o de Gran Hermano.  La cuestión es huir.

Pero sí, acierten o no, debemos de dejar nuestra realidad y situarnos, de la manera que sea, en el futuro.  En toda la historia de la humanidad ha habido esta sensación de "insatisfacción" por el presente.  Antiguamente, podíamos consultar los oráculos, podíamos ir al shamán del pueblo para que nos alegrara nuestra existencia haciéndonos "felices-ahora" con lo que nos iba a suceder dentro de un tiempo.  Ahora, con la desestructuración social que vivimos, lo poco que nos queda es la "ciencia" del señor que está delante de un mapa con altas y bajas presiones, las vidas ajenas de energúmenos de un reality show, o la incultura cada vez más extendida de la princesa del pueblo.

¿Y si nuestra sociedad no estuviera tan "cientificada"... seríamos más felices y viviríamos más el día a día?  ¿Podríamos aguantar cinco días sin ver al señor del tiempo?

Esta mañana, al despertarme en Barcelona, la zona Este estaba un poco nublada, la zona oeste limpia de nubes... altas presiones para la semana que empezamos!

¡Qué lástima haber perdido el lenguaje de la naturaleza!

viernes, 15 de octubre de 2010

Una noche soñé que era una mariposa

"Que toda la vida es sueño... y los sueños, sueños son...".  Casi todos conocemos estos pequeños versos que abren el post de hoy, a la mayoría de nosotros nos los hicieron aprender de memoria cuando estudiábamos la E.G.B., aunque la mayoría de nosotros no entendíamos nada de lo que decíamos "par coeur" (de corazón, de memoria en francés). [En chino, corazón y cabeza -en el sentido de inteligencia-, son la misma palabra, y para el pensamiento oriental, todo aquello que discurrimos, también pasa por el corazón. ¡Qué belleza! El discurrir, para un oriental, tiene dos centros: la cabeza y el corazón.]

Los sueños han sido un tópico, un common place, tanto de la literatura como de las distintas corrientes de pensamiento.  Zhuang Zi, escritor chino del siglo IV a.C, seguidor del corriente taoísta (daoísta según la fonética china internacional pinyín), tiene este pasaje que, por más que lo leo, más me asombra su sinceridad, su naturalidad y su descripción de lo cotidiano.  Sólo una descripción de lo que ve:
"Una noche Zhuan Zhou soñó que era una mariposa: una mariposa que revoloteaba, que iba de un lugar a otro contenta consigo misma, ignorante por completo de ser Zhou.  Despertóse a deshora y vio, asombrado, que era Zhou.  Mas ¿Zhou había soñado que era una mariposa? ¿O era una mariposa la que estaba ahora soñando que era Zhou?  Entre Zhou y la mariposa había sin duda una diferencia.  A esto llaman "mutación de las cosas" (Zhuang Zi, Maestro Chuang Tsé)
¿Cuántas veces no nos ha ocurrido esto?  Normalmente, soltamos la expresión ¿estoy soñando? cuando algo extraordinario nos está pasando.  A menudo, es difícil tener consciencia plena de saber quiénes somos puesto que nunca acabamos de estar del todo seguros de si lo que vivimos lo estamos viviendo o soñando.  A veces, tenemos sueños que son tan poderosos que incluso al estar completamente despiertos nos entran escalofríos al recordar el sueño de la noche anterior.  Algunos dan tanta importancia al sueño que se dejan dirigir por él.  Otros, dan tanta importancia a lo que "un día soñó" que pierden por completo la referencia de lo que, para casi todos, es la realidad más circundante.  En cualquier caso, soñar es espontáneo, y es lo que más nos acerca al pensamiento daoísta: la espontaneidad, el Zi Ran.  Y en este caso, la mariposa es espontanea, el sueño vuela libremente y se deja llevar por el Cielo como las mariposas.


Soñemos que estamos soñando, o vivamos que estamos viviendo, tempus fugit, y entre sueño y sueño, soñamos que algún día todo cambiará; pensamos que nunca hubiéramos soñado que esto nos iba a ocurrir; soñamos en otros mundos más allá del nuestro, soñamos que ¡ojalá no lo hubiera hecho!, y soñamos y soñamos, y no dejamos de soñar...

Lo más impactante y, seguramente, decepcionante, será descubrir que todos nuestros esfuerzos, malos momentos, desesperaciones, depresiones, tristezas, quebraderos de cabeza... todos ellos no han valido la pena porque, al fin y al cabo, éramos otro Zhuan Zhou soñando con mariposas...

¿O son las mariposas que sueñan ser Zhuan Zhou?

¡Algún día lo sabremos!

P.S.:  Las pinturas tradicionales chinas dibujan a Zhuan Zhou y, por extensión a Zhuang Zi, durmiendo en un bosque de bambú con dos mariposas revolotenado encima de su cabeza.

martes, 5 de octubre de 2010

R.I.P. "BASADO EN HECHOS REALES"

És una frase que sempre m'ha posat força nerviós.  Suposo que és un eslògan que fa vendre més.  La majoria de gent es llença de caps a llegir un llibre o veure una pel·lícula que s'ha "basado en hechos reales".  Intueixo que és el tarannà que es viu avui en dia, que importen més les vides dels altres que la pròpia.  Segurament perquè sentim massa buidor i l'hem d'omplir amb les experiències alienes, segurament perquè tenim massa por a viure i així prevenim que ens passi res.  Però bé, d'això ja se'n cuida l'altra gran mentida del segle XXI: el coaching i els para-psicòlegs (en el sentit que són de mentida, no que mirin el més enllà).  No els hi vull manllevar el gran esforç de marqueting que estan fent.

Sempre he pensat que llegir un llibre o veure una pel·lícula t'han de permetre entrar en el món de la imaginació, en el món de la màgia, on tot és possible.  Altrament, ja tinc la meva pròpia vida, que és del tot real, per viure tocant de peus a terra.  En canvi, si mai m'he equivocat de sala de cinema i, en començar la pel·lícula em diuen que està basada en fets reals, perdo tota la il·lusió.  A mi m'esdevé tot el contrari:  que no m'ho crec.

I en ple segle XXI podem dir que la tele també ha de permetre entrar en móns imaginaris, móns d'il·lusió.  I què millor que els spots publicitaris on tot és màgic, tot és possible, ens podem aprimar, ens podem tornar catxes, podem perdre les arrugues i rejovenir 10 anys en tres setmanes.  Quina meravella, la televisió i els anuncis!  Realment, fan una gran màgia perquè la gent s'ho arriba a creure i... SENSE DIR QUE ESTÀ BASAT EN FETS REALS!

Avui m'he alegrat moltíssim quan he sabut que l'aigua de VOSS és aigua de l'aixeta i no pas d'una glacera.  Quin bon negoci, tu!  Almenys han tingut en compte el canvi climàtic i l'ecologia de l'entorn!

I això que els de VOSS no van dir que estava basat en fets reals, altrament segur que venen més del que han venut!

Felicitats als programadors del marketing de Voss, heu fet una feina genial!

I mentre la gent llegeixi i miri pel·lícules "basades en fets reals", no es poden queixar que Voss hagi enganyat ningú.  La tele, els mass media, la literatura... tot és ficció... l'única realitat és la que vivim personalment aquí i ara.  Si algú s'ha sentit enganyat... que no vagi a cap sessió de coaching, però que mediti una mica sobre la seva pròpia vida!

sábado, 2 de octubre de 2010

UN BRI DE FELICITAT

Els dissabtes, per ser dissabtes, ja porten felicitat.  No hi ha despertador, tota la casa està fosca i silenciosa, no calen les presses dels dies de cada dia, el cafè i el cigarret s'allarguen a dos cafès i dos cigarrets, la dutxa es converteix en bany... Però és una felicitat d'aquelles enclaustrades, tipificades, que entren dins del fer-sempre-el-mateix.  És un dia de guardar els rituals.

No hi ha res, aparentment, d'extraordinari, deixant el fet que és dissabte.

Però per a la Rosita, que encara no sap comptar les hores ni els dies de la manera que ho fem nosaltres, sí.  I és que és l'únic dia de la setmana que de bon matí ja va amb mi.  Intueix que alguna cosa extraordinària passa.  Jugo amb ella al llit a "buscar puces", fem el ronso, sortim al jardí a esmorzar i sempre li cau un tros de formatge...

Ella, la Rosita, encara no sap que li arriba un moment molt especial.  És la sorpresa que li faig cada dissabte.  Amb cara de pena, veu com agafo les claus i me les poso a la butxaca.  Veu com em poso la motxilla a l'esquena i em calço les sabates per sortir.  No ho té clar, què farà ella.  Amb cara de pena, veu que ja sóc a la porta i que encara no li he dit res.  Ai làs!

I el bri de felicitat és quan, des de la porta de casa, abans de baixar les escales, li pregunto: "que véns, tu?".  És el seu moment de màxima felicitat, gemegant, rondinant, movent la cua, agafa embranzida des del menjador i, patinant pel passadís ve corrents cap a la porta i salta damunt meu.  Impacient, em dóna voltes i té ganes de sortir.  Tanco la porta i, tremolant de nervis, s'espera fins que no he baixat tots els escalons i sóc a la porta del carrer.  Gemega!  Crida fluixet:  "vinc o no?".

"Va!  Baixa!", li crido jo des del carrer.

I baixant les escales de tres en tres, la tinc al costat meu, gairebé en posició militar, per començar un dia ple de sorpreses, de jocs, de corredisses, de perseguir pilotes, de caçar frisbees, i de ser molt premiada amb el menjar que la gent li donarà.

El seu bri de felicitat, la impaciència a la porta de casa, és el que fa diferent un dissabte de la resta de la setmana.  I tots els dissabtes, així, són diferents, perquè el seu bri de felicitat sempre té una intensitat diferent!