miércoles, 17 de noviembre de 2010

Poema... sentimiento... deseo...

UNA DE LAS MUCHAS ILUSTRACIONES DEL
JIN PING MEI DE UN ÁLBUM DEL SIGLO XVIII
"El poema habla de dos palabras sentimiento y deseo,
con sencillez.  Dos palabras cuya relación es la misma que existe
entre sustancia y función. El deseo ilumina los ojos y los sentimientos
conmueven el corazón.  Sentimientos y deseos se 
engendran mutuamente; ojos y corazón mutuamente se
contemplan.  Y así ha sido desde la más remota antigüedad hasta el día
de hoy; ni los hombres bondadosos ni los virtuosos deberían olvidarlo."
Jin Ping Mei (traducción de Alicia Relinque), autor desconocido, siglo XVII. volumen I  
Editado por ATALANTA.  Vilaür, Girona - Noviembre de 2010-

Así empieza la primera novela moderna de la tradición literaria china, también conocida por El Erudito de las Carcajadas.  Novela, además, maldita.  Empezó a circular por el Imperio hacia 1550, aunque nadie quiso, ni ha querido, atribuirse su autoría.  Jin, Ping y Mei son tres personajes femeninos: Pan Jinlian, Li Ping'er y Pang Chunmei... tres señoritas que, incluso en el siglo XXI, disfrutan del erotismo más libertino y embriagador con personajes variopintos.  Hoy en día, los que viajéis a China, casi todas las películas clasificadas "X" están basadas en esta novela.  Sin embargo, las distorsiones que se han hecho han sido brutales y barriobajeras.  Desde Noviembre de 2010, en España celebramos que ya tenemos la traducción íntegra -ahora mismo el primer volumen, hacia abril de 2011, el segundo-.  Y digo íntegra porque todavía en muchos países de Europa, y en China mismo, hay capítulos censurados y que no se han dejado publicar.  Otro día explicaré cómo se llega a obtener toda la obra entera.

Sea prosa, sea poesía, los ideogramas chinos están repletos de poesía, de filosofía, de pensamiento, de espiritualidad, de metafísica... Hay para todos los gustos.  Para ellos, el ideograma "xin" tanto significa corazón como cabeza -ya lo comenté en otro post-.  La cultura china relaciona el sentimiento con los ojos -por algo son el espejo del alma-, y los sentimientos con el corazón, y también con la cabeza.  Cuando ojos y corazón se juntan, cuando hay química, es cuando todo el cuerpo entero, el físico y el espiritual, está trabajando al unísono.

En chino mandarín, los poemas no se leen, se admiran.  Fu es poema, en mandarín, pero describe un género poético que sirve para fines narrativos y descriptivos, así como para temas filosóficos o emotivos..Y esto porque el poema es una obra de arte, realizado con caligrafía.  Y la obra de arte forma parte de aquello que vemos en la naturaleza, y la naturaleza hay que admirarla, no leerla. Wen significa "literatura", pero a la vez "cultura, civilización".  La primera vez que aparece el ideograma Wen fue para designar el entrecruzamiento de líneas y marcas diversas de los animales.  Así pues, el primer sentido de Wen es "figuración natural".  Resumiendo, literatura, prosa, poesía, tienen la raíz etimológica explicada como "marca y figuración copartícipes del orden del mundo" y nos dan, además, la cultura y la civilización.

Una cultura, una civilización deberían ser admirados como un poema.  Desde los ojos para crear un sentimiento de figuración natural, aquello que nos hace distintos de los demás, pero no mejores o peores, ni superiores ni inferiores.  Como si fuera una marca.  Es cuando leemos una cultura cuando entramos en la crítica, y no literaria, en este caso.

Por cierto, deseo en mandarín es SE, que también significa Belleza Femenina.

martes, 16 de noviembre de 2010

Desdeña las flores marchitas....

CALIGRAFÍA DEL LIBRO II
VAGAR
Desdeña las flores marchitas, ya abier-
tas, del amanecer, y quédate con los bro-
tes tiernos, aún cerrados, de la noche.

Así, verás pasado y presente en un úni-
co instante, y abarcarás los inmensos ma-
res en tan sólo un abrir y cerrar de ojos.

Lu Ji (s.III n.e.), Wen Fu. Prosopoema del arte de la escritura, Libro II, vers. 9-10 

Wen Fu -también llamada Prosopoema del arte de la escritura- es la primera obra de crítica literaria de la cultura china.  En ella se habla de cómo hay que escribir para estar de acuerdo con el Cielo y la Tierra.  Sí, continua siendo una obra con características taoístas.  También nos cuenta cómo deben de ser los trazos de los ideogramas, qué tipo de pincel y qué tipo de papel debemos usar para cada tipo de escritura.  Cómo debemos dejar suelta la mano.  Sentir la vida a través del pincel para captar el momento.  Y esto de acuerdo con el Yin y el Yang.

La caligrafía del libro II significa vagar, mientras que el título de dicho libro es El Proceso. A nosotros nos cuesta un poco poder llegar a unir la acción de vagar con un proceso.  Para un taoísta, el hecho de vagar no tiene el mismo valor que para nosotros.  Hay que entender, además, que el fenómeno del taoísmo fue una lucha en contra del confucianismo.  Éstos últimos querían poner orden y nombre a todas las cosas -era un pensamiento y movimiento burgués-.  El taoísmo fue un movimiento de personas expulsadas del gobierno y expropiadas, por lo tanto, en contra de lo que estaba establecido por el Imperio.  Así, vagar se opone a estudiar en el sentido de que si liberamos nuestra mente de ataduras culturales, podremos realizar el proceso del camino y de la virtud: vaciarnos para llegar al Cielo, al Uno...

En todas las épocas, escribir nos sirve para exorcitar.  Unos escribimos sobre lo que sentimos, otros sobre lo que nos pasa por nuestra mente, alabamos a los admirados, criticamos a los odiados.  Escribimos literatura, poemas, prosa...  Escribimos.

Pero siempre escribimos para captar el momento, como cuando al hacer caligrafía china cogemos el pincel, relajamos la mano, y nos dejamos llevar por el vaivén de la vida, del viento...  Dejamos atrás todo lo que se ha dicho, las flores marchitas, e intentamos dar algo nuevo a nuestros lectores, como cuando nos quedamos con los brotes tiernos que se abrirán a la mañana siguiente, cuando el rocío haya llorado encima de ellos porque debe despedirse.

Saber que lo viejo ya no existe y que ya se ha marchitado nos hace sabios.  Olvidarlo, necios.  Es por ello que saber lo que se ha sido, sin ningún rencor, nos permite ver el pasado y el presente en un único instante.  En sólo en un abrir y cerrar de ojos.

Por cierto.... ahora que en Cataluña nos ametrallan con política... Me gustaría preguntar a cada uno de los candidatos... ¿Sabe algo, Vd. de Lu Ji o Wen Fu? Dudo de que esta gente que dentro de unos días va a dirigir nuestra Comunidad, hayan visto alguna vez su presente en un sólo abrir y cerrar de ojos.

Los que lo hemos visto, no nos presentamos en unas elecciones políticas.
ORIGINAL DE LOS VERSOS
TRADUCIDOS AL CASTELLANO
EN IDEOGRAMAS SIMPLIFICADOS

jueves, 11 de noviembre de 2010

¡Vuelve mañana, realidad!

Grandes son los desiertos y todo es desierto.
No son unas toneladas de piedras y ladrillos en alto
los que ocultan al suelo, al suelo que lo es todo.

Grandes son los desiertos y las almas desiertas y grandes
desiertas porque no pasa por ellas sino ellas mismas,
grandes porque desde allí se ve todo, y todo ha muerto.

¡Grandes son los desiertos alma mía!
Grandes son los desiertos.

¡Vuelve mañana, realidad!
¡Basta por hoy, gentes!
¡Atrásate, presente absoluto!
Más vale no ser que ser así

Fernando Pessoa,  Escrito en un libro abandonado en un viaje, 16



Hubo una época de mi vida en que me enamoré locamente de Portugal.  En cada viaje que hacía, de aquellos relámpagos con el coche, salir un día a las 9 de la mañana de Gerona y llegar a las 11 o 12  de la noche a Porto, o Braga, o en cualquier rincón de Verde Minho era casi como una "droga" para mí.  Lo mejor del norte de Portugal, su bacalao.  Dicen que en Portugal tienen 365 recetas distintas de cocinar el bacalao, una para cada día del año.  Lo mejor de Portugal, sus gentes y su cultura.

En uno de estos viajes me hice amigo de Pessoa.  A ver, no soy tan viejo como por haberle conocido en persona.  Me enamoré de su literatura.  Y hoy me ha apetecido trasladar este trocito de poema que forma el grupo de "escrito en un libro abandonado en un viaje".  El título es muy sugerente, tan sugerente como la época en que estamos viviendo hoy en día, a finales del 2010.

Siento deciros a todos que estoy triste.  Y estoy triste porque veo a la gente que me rodea demasiado pesimista, sin ilusión, sin esperanzas, sin expectativas, decaída, cansada, y se les empieza a notar la joroba de todo el peso muerto que llevan sobre sus espaldas. Poco a poco la realidad se está convirtiendo en un desierto, como el del poema de Pessoa.  Y muchos días gritaría... ¡Vuelve mañana, realidad! como cuando en una época en España siempre debíamos volver mañana.

¿Qué tal si un día, entre todos, decidimos no encender en 24 horas ningún televisor ni comprar ningún periódico?  ¿No sería la solución para que los medios de comunicación dejaran de bombardearnos con información tan negativa a todas horas y todos los días?

La época en que solía viajar tanto en Portugal era a finales de los años '80 principios de los '90, cuando España atravesó una de sus peores crisis y la vida en Portugal estaba dos tercios más barata que la vida en Cataluña, y también estaban pasando por una de las peores crisis de su historia.

La foto la tomé en la primavera de 2006 (hemisferio sur, otoño en España), viendo una puesta de sol en la costa oeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda, mirando al Mar de Tasmania.  El mar había devuelto una de sus obras de arte, cerca del Monte Cook, en una playa de piedras que es, a la vez, un cementerio de leones marinos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Les coses vénen del cor



Tot allò que som ve d'allò que hem pensat: es troba en els
nostres pensaments passats; es fa amb els nostres pensaments
presents.  Si un home parla o actua amb un mal pensament, 
el dolor el segueix, així com la roda segueix les potes del bou que
mena el carro.

Tot allò que som ve d'allò que hem pensat: es troba en els
nostres pensaments passats; es fa amb els nostres pensaments
presents.  Si un home parla o actua amb un pensament pur, l'alegria
el segueix com una ombra que mai no l'abandona.
Joan Mascaró, Llànties de Foc

LA FOTO LA HE TOMADO HOY.  DESDE HACE UNA SEMANA, ESTOS DOS PICHONES VIENEN A HACER COMPAÑÍA A ROSITA.  A VER SI UN DÍA PUEDO PILLARLES LOS TRES JUNTOS!

jueves, 4 de noviembre de 2010

El éxito del fracaso... o el fracaso del éxito

EL PAÍS - 30.10.2010
El fracaso, el éxito... són dos etiquetas impuestas por la sociedad que me molestan un poco, tirando a mucho.  ¿Dónde está el límite entre uno y otro?  ¿Es importante ser exitosos en lo que hacemos?  ¿Debemos deprimirnos si fracasamos?  Al final... ¿quién pone los límites?

Este fin de semana pasado, como cada sábado, Rosita y yo nos fuímos a comprar El País.  Su Babelia está de lo más sabroso si lo sabes maridar bien con el bocadillo de "Pa amb tomàquet i fuet" y el café con una nube de leche que me tomo los días que empieza a hacer fresco.  Es un suplemento que guardo en la mesilla de noche puesto que me lo leo todo durante la semana.

Me pude deleitar, desayunando, releyendo la biografía de Paul Gauguin, un autor que, además, siempre me ha cautivado por su valentía y coraje en dejar su trabajo burgués (era banquero e invertía en bolsa - preludio de los yuppies más agresivos de la década de los '80 del siglo XX)  y dedicarse a su pasión: la pintura y la escritura, sobretodo cuando estaba en Tahití.  Sin embargo, si hoy en día es uno de los pintores más cotizados (o sea, con éxito para nosotros), en su momento fue ridiculizado e infravalorado.  Pero la vida es irónica.  De su último viaje a París se llevó una enfermedad venérea, después de haber visitado a una señorita,  y su cuerpo fue deteriorándose y pudriéndose hasta morir mientras que su espíritu, cada vez más libre de la materia que le encarcelaba, empezaba a volar y a volar hasta crear las obras más bellas que nos dejó el pintor francés.  Si bien, como persona, como materia, en su momento fue un fracasado (desgraciado) su espíritu empezaba a tener éxito (a eternizarse).

Historias como la de Paul Gauguin hay a montones.  Y no hace falta que se publiquen en libros, revistas, magazines o suplementos... Cada uno de nosotros llevamos el éxito y el fracaso dentro.  Cada día vivimos un pequeño éxito y un gran fracaso... O un gran éxito y un pequeño fracaso.

Cuando estudiaba en la universidad, recuerdo una asignatura que se llamaba "Teoría de la Literatura" dónde nos explicaron lo que era el "drama" -en el sentido más "griego"-.  Puesto que la memoria es traidora, ahora mismo no recuerdo si fue en la universidad, algún profesor; o en la universidad de la calle, la vida misma, alguien que me dijo "cada uno de nosotros llevamos un drama en nuestro interior.  Saberlo reconocer te hará tener éxito.  Chocar con tu drama, te hará fracasar".  Y sí.  Es verdad.  Reconocernos en el dicho de que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra" te da esta ventaja.  Te da la ventaja de tener más "éxitos" que "fracasos".

Éxito - Fracaso... una quimera social para convertirnos a todos en un sólo clon.  Bueno, quizás dos... el clon del exitoso y el clon del fracasado...

Al fin y al cabo, creo, lo mejor es reducir estos dos parámetros a lo más personal e interno nuestro.
Al fin y al cabo, creo, reconocer el fracaso personal de hoy conlleva el éxito de ahora mismo.

Una vez  más, irónicamente, la contra de El País, llevaba esta entrevista con título O eres positivo o hundes a todo el mundo, que os pongo en foto... Este chico tan guapo es Oscar Pistorius, el mejor velocista con piernas ortopédicas... ¿No será acaso que el éxito lo encontramos cuando somos positivos y aceptamos nuestras diferencias como algo natural?  ¿No será acaso que el éxito está en ser honesto con uno mismo?

Y sí, la vida es siempre irónica.  Incluso es irónico que de un fracaso nos podamos llevar un gran éxito.  Pero más irónico y vitalizante es que, el éxito, nos lleve al fracaso...

Esta semana, sin embargo, mi Babelia ha cogido vida propia y se ha ido... no sé dónde... ¡QUÉ FRACASO!... O no.  Quizás está teniendo éxito en otra mesilla de noche... Chi sà!

domingo, 31 de octubre de 2010

TAI - La Paz

Esta tarde he mirado al cielo.  La mitad nublado, la mitad azul.  Al observar la nubes, hemos jugado, con mis amigos, a leerlas.  A todos nos parecían elementos relacionados con la Tierra: hombres, animales, plantas... Hemos dejado volar nuestra imaginación y cada uno de nosotros delataba su subconsciente.

De repente me he acordado de Tai, el hexagrama 11 del Yi Jing, el Libro de los Cambios, uno de los 5 libros sagrados del Confucianismo.  El hexagrama es, también, muy sugerente:  el trigrama Kun que representa la Tierra, la Madre, lo Receptivo está arriba, y el trigrama Qian que representa el Cielo, el Padre, lo Creativo está por debajo.  Lo que está en el Cielo se refleja en la Tierra.  Lo que está en la Tierra se crea en el Cielo.  Además, el trigrama Kun representa el solsticio de invierno, diciembre, mientras que el trigrama Qian representa el solsticio de verano, junio.  Luz y oscuridad se encuentran a medio camino de todo.  Y hoy más que nunca puesto que, a pesar de ser 30 de octubre, ha sido un día que cuando ha lucido el sol ha hecho calor, cuando se ha escondido, nos hemos tenido que abrigar, y en general ha llovido a ratos y ahora ya cae la típica tormenta de otoño.  Verano e invierno se han juntado en un solo día.

Tai, La Paz:  se va lo pequeño y llega lo grande con éxito venturoso.  El Yi Jing nos dice "afortunado y propicio".  El Cielo y la Tierra se entrelazan perfectamente, así toda la Creación puede fluir.  Y es verdad, incluso nosotros jugando con las nubes hemos visto objetos terrenales en el cielo.  ¡Qué maravilla!

Hoy, un día antes del día de los Santos Difuntos, es un día para recordar la Paz, quizás eterna, a la que todos alcanzaremos un día, todavía no sabemos cuando.  Pero también para recordar a todos aquellos que nos han ido dejando a lo largo de nuestros caminos.  Gente a la que hemos querido, gente que nos ha querido más de lo que nos merecíamos, gente que sólo vimos una vez en la vida, seres que de un modo u otro han formado parte de nuestra existencia.

Y hoy, mirando al cielo, he recordado a mi padre en su lecho de muerte.  Desde lo más profundo de su larga agonía, abrió los ojos y, al verme, se le humedecieron y alargó su mano ya fría a mi mejilla.  Me rozó como si viera a su bebé que tanto quiso, me acarició como cuando me tranquilizaba de algún terror nocturno que tenía a mis siete años, me tocó como toca un padre a un hijo de 16 años, y lloró como llora un padre a un hijo cuando se va de casa para siempre.

Fue una caricia de segundos, la más larga, tierna y profunda que jamás he tenido y que aun hoy, seis años después, todavía siento en mi piel, cada mañana, al despertarme.

Fue un momento de paz, como Tai, en que tanto lo Receptivo como lo Creativo dejaron fluir sus emociones y sus amores.  Fue un momento como el de hoy, mirando al Cielo, y ver a dos amantes haciendo el amor entre las nubes.

domingo, 24 de octubre de 2010

El momento dulce, cuando el aire se ha parado

Debo el título del post a Mariàngela Vilallonga, su comentario al post anterior.  Yo le llamo el punto de quietud, ella me comenta... "Yo le llamo el momento dulce, cuando incluso el aire se ha parado".


Llevo varias semanas inmerso en literatura sobre el Tao filosófico, así como empapándome de teoria filosófica, ontológica, religiosa y otras especialidades tanto del Tao filosófico como del Tao religioso.

Uno de los fenómenos que más populares se ha hecho en Occidente sobre el taoísmo y, por extensión, el buddhismo (el buddhismo que llega a Occidente está muy empapado de taoísmo filosófico) es el vacío.  Popularmente, casi todos hemos entendido que el vacío se consigue a través de "no hacer nada" -wu wei-.  Pero claro, para un occidental, cuando le dicen "no hagas nada", entiende -y yo también- sentarse en el sofá y estarse quietecito y calladito... Incluso ya, lo más frívolo y superficial del taoísmo occidental popularizado es que, cuando tenemos problemas de verdad, no hace falta hacer nada... todo se arreglará....

Bueno, no sé si "no hacer nada" arregla mucho a la hora de pagar una hipoteca, o de mantener un trabajo.  Supongo que, en principio, todos tenemos algún nivel de "responsabilidad" e intentaremos mantener nuestro puesto de trabajo para seguir pagando la hipoteca y continuar viviendo de una manera "segura" según los parámetros culturales de nuestra sociedad occidental.

Resumiendo brevemente, el taoísmo critica duramente el confucianismo en el hecho que éstos últimos eran "esencialistas" mientras que los primeros son "existencialistas".  El problema del confucianismo es que tienen que poner nombres a todo lo existente y, automáticamente, al poner nombres a todo lo que existe, estamos definiendo y, al definir, perdemos la esencia de la cosa nombrada.  En cambio, los taoístas buscan volver al caos (entendido de manera que todas las cosas se confunden y se pierden los límites y definiciones) para llegar a lo que es divino, para llegar al primer estadio de la creación, para llegar al Uno (no comparen con la numerología judeo-cristiana, puesto que no funciona "a nuestra manera").  En este sentido, los taoístas, más o menos, comparten las ideas que Wittgenstein también articuló y que terminó con su máxima "los límites de mi lenguaje son los límites de mi pensamiento".

Y así, los taoístas explican el "vacío" de mente en este sentido.  Cuando perdemos las nociones de las palabras, cuando ya no podemos definir "bueno-malo", "luz-oscuridad", etc., es cuando nos acercamos al Tao, cuando hacemos el vacío, cuando ya no hace falta hacer nada -wu wei- puesto que nosotros mismos ya somos el Tao, el Camino, la Vía.  Y el Tao, pues, no tiene conceptualización o razonamiento.

Hay una historia taoísta, de Zhuang Zi que explica cómo se puede hacer el vacío y llegar al Tao.  No la voy a copiar puesto que es de cinco páginas, pero la voy a resumir: Cuando entramos en el bosque y el Viento sopla (viento, en pensamiento chino simboliza lo Absoluto, el Uno, la Vía, el Tao), pasa por entre los agujeros de los árboles y estos hablan, silban, cantan, gritan, rumorean, en definitiva, lanzan sonidos  (los sonidos serían las palabras, símil de la existencia, del ser).  Así, cuando paseamos por el bosque un día de viento, creemos estar escuchando el sonido del Cielo, pero el Cielo no tiene sonido.  Nuestros oídos físicos escuchan el sonido de la Tierra, el sonido de las apariencias.

"[El mismo Viento] sopla sobre las diez mil cosas {o sea, todo lo creado, lo físico} de diferentes maneras, haciendo que cada cavidad produzca su propio sonido, de modo que cada una imagina que lo produce ella misma.  Pero, en realidad ¿qué es lo que produce los diversos sonidos?" [Zhuang Zi, Libro II]

Para llegar al Tao, hace falta saber escuchar el sonido del Cielo, como cuando el aire se ha parado, que no se oye nada.  Este es el momento dulce de comunión con el Uno, cuando nuestros oídos físicos dejan de trabajar y nosotros hemos pasado a formar parte de lo Absoluto.  Es, seguramente, el momento dulce de Mariàngela en que sabe llegar a la esencia de la cosa admirada yendo más allá de su apariencia.

viernes, 22 de octubre de 2010

Un punto de quietud

"...at the still point, there the dance is, // but neither arrest nor movement.  And do not call it fixity, // Where past and future are gathered.  Neither movement from nor towards, // Neither ascent nor decline.  Except for the point, the still point, // There would be no dance, and there is only the dance." [T.S. Eliot, "Burnt Norton", Collected Poems 1909-1962 (London: Faber and Faber, 1963), p.191] 
El punto de quietud.  El punto muerto.  Aun cuando estamos en movimiento, siempre estamos en no movimiento.  En un punto muerto.  Eliot capta la esencia taoísta en este fragmento de The Still Point.   Todos los momentos de todos los días tienen este punto muerto dónde el pasado y el futuro se mezclan en el mismo instante para formar un caos al que llamamos presente.  Nuestras vidas van tan rápidas y los momentos son tan fugaces que ni siquiera somos conscientes de este punto de quietud.  Eliot lo compara con los bailarines.  Los ve bailando a cámara lenta, fracción de segundo por fracción de segundo.  El poeta ve este punto de quietud:  es el punto, el momento en que a pesar de que el baile existe, es el preciso instante en que deja de existir.  No hay movimiento, todo se funde.  Sólo quietud, paralización, silencio, vacío...  Es el momento pirandeliano: una milésima fracción de segundo en que desconectamos de la vida y tenemos un flash revelador sobre nuestra existencia.  A Pirandello le pasó mirando el mar Adriático.

El presente puede ser caos cuando no sabemos captar la esencia de las cosas, cuando el movimiento nunca cesa, cuando según Zhuang Zi "...para el que atiende a la realidad de los seres, y a la tradición de los humanos usos, las cosas son así: lo unido se separa, lo hecho se destruye, lo afilado se embota, lo respectado se ve humillado, hácese algo y se pierde, el sabio es blanco de intrigas, al que no lo es se le escarnece.  ¿Cómo tomar partido en uno o en el otro sentido?..." [Libro XX.  El Árbol de la Montaña]

Establecerse en un punto de quietud nos "ilumina" en el sentido de "ilustrarnos".  Podemos llegar a ver más allá de lo que parece.  Podemos salirnos del caos del presente.

En el punto de quietud, no podemos tomar partido en ningún sentido.  Es el punto en que somos y no somos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Y... ¿si nos miráramos en el espejo?

Vernos en el espejo es algo habitual, cotidiano, que como mínimo hacemos una vez al día.  Antiguamente, muy antiguamente, nos mirábamos en las aguas tranquilas de los ríos.  Actualmente, todavía hay culturas que desconocen la existencia del espejo.

Recuerdo, a lo largo de mi  periplo por Oriente, convivir con etnias que no se reconocían a ellos mismos en una foto, o en un espejo.  ¡Vaya! -pensé ingénuamente, como occidental educado en una universidad-, será algo que nos deben de enseñar de pequeños.  Y sí, se ve que mirarse en el espejo es como leer un mapa:  alguien debe educarte a ello, sinó uno llega a una edad a partir de la cual le es imposible aprender -y aprehender- este arte.  

Y es que, perderse con un mapa en Extremo Oriente, en los altiplanos casi inhabitados de China, es estar atrapado en un trozo de papel: desesperante.  Nadie sabe qué es aquéllo que el "blanco narizotas" se trae entre manos.  Es más, hay etnias en China que un día oyeron hablar sobre El País del Centro -"China" en mandarín-, pero que nunca han estado allí. ¡Qué asombro más mágico para un oriental! ¡Qué estupidez tan absurda para un occidental!

Ya han pasado casi diez años desde que viví una situación tal, y ahora me doy cuenta de que, mirarnos en el espejo, es otro factor cultural que nos ata ansiosamente a una cultura.  Cuando una mente occidentalizada se mira en un espejo está reteniendo cosas, hechos, factores, intenta congelar el tiempo... cuando una mente taoísta se mira en un espejo, está deshaciéndose de todo, haciendo el vacío, buscando la no-acción taoísta, está viendo una realidad que la mente occidental no puede concebir.  ¿Cuántas veces nos ha seguido la persona que está dentro del espejo?   ¿Cuántos personajes esconde el espejo una vez nos hemos separado de él?  

Así, pues, mirarnos en el espejo no siempre nos ayuda a reconocernos en un espacio y un tiempo, puesto que, al fin y al cabo, es sólo una imagen, algo ilusorio, una quimera que nos retiene a otras imágenes que nos alejan de la realidad.  

Zhuang Zi tiene un pasaje que me llena de paz:
"El hombre cabal convierte su corazón en un espejo.  No se apega a las cosas ni se adelanta a ellas.  Se limita a responder a ellas sin tratar de reternerlas.  Así es como es capaz de dominar las cosas sin que hagan mella en él". [LIBRO VII]

¡Qué belleza, qué simplicidad en la forma y cuánta verdad transmite este pasaje!

Aún creyendo saber leer un mapa, mi triste realidad es que, cuando voy a las carreras de orientación, y con ayuda de brújula, suelo desviarme, suelo llegar de los últimos a la meta.  Pero me siento seguro con el mapa y con la brújula.

Sí, también me siento seguro, cada mañana, al verme en el espejo y saber que estoy ahí, por unos segundos.  Aunque, lo que me sienta más seguro es que sé que la imagen no quedará pegada al espejo, que no me  ha adelantado, ni va a huir de mi!

Zhuang Zi, aquí, nos transmite la idea de "lucidez" y "clari-videncia" taoístas y que se basan en la espontaneidad, el Ziran, o sea, a lo inevitable.

Y lo inevitable es saber que nuestra existencia aquí es como la imagen de un espejo sin sujeto; es inevitable saber que un mapa nos conduce a ningún lugar. {sin el NO de ningún}

domingo, 17 de octubre de 2010

Previsión meteorológica

Cada noche, sobre las 9,30, el 99% de los españoles nos dejamos engullir por el televisor.  Nos  incomunicamos del resto de la civilización.  Es la hora del "tiempo", la previsión meteorológica.  No puedes llamar a nadie porque, si lo haces, o te dicen rápido "te llamo después del tiempo" o, directamente, pasan completamente de ti.

En todas las cadenas, sean estatales, autonómicas o locales, el hombre (ahora también mujeres) del tiempo tienen sus quince minutos de gloria ya que son las "noticias" más seguidas y más escuchadas de todo el telediario.  Y con más concentración de sentidos.  En estos momentos, nadie en casa puede decir absolutamente nada.

Creo que el fenómeno "del hombre del tiempo" es lo único que nos queda que nos remite a nuestra época de hombres cazadores, hombres que vivíamos en las cuevas de cualquier montaña de nuestras geografías.  Es dos personajes a la vez, el shamán -por lo de leer las señales de la naturaleza- y el brujo -por la predicción- que la Inquisición quiso quemar.

Es el único momento del día en que de una manera consciente, podemos salirnos de la realidad para hablar "científicamente" de lo que va a suceder en 4 o 5 días vista.  Si no lo aciertan... bueno, ya lo sabemos, nunca aciertan, siempre se equivocan; y si aciertan... ¡qué bien hice en pillarme el paraguas!, ya lo predijeron.  En el fondo, tanto nos da que acierten o no acierten, el índice de audiencia no bajará, al contrario, podremos montarnos una porra para ver si la predicción que van a dar hoy para el domingo de la semana que viene va a ser cierta o volverá a ser el gran equívoco que dará que hablar en el ascensor con desconocidos, o con nuestra pareja -que después de diez años juntos, nuestras opiniones sólo coinciden con lo que pensamos sobre el hombre del tiempo-.

Y sinó, tenemos un tema de conversación futil y entretenido.  Aunque da igual hablar del tiempo, de la Belén Esteban o de Gran Hermano.  La cuestión es huir.

Pero sí, acierten o no, debemos de dejar nuestra realidad y situarnos, de la manera que sea, en el futuro.  En toda la historia de la humanidad ha habido esta sensación de "insatisfacción" por el presente.  Antiguamente, podíamos consultar los oráculos, podíamos ir al shamán del pueblo para que nos alegrara nuestra existencia haciéndonos "felices-ahora" con lo que nos iba a suceder dentro de un tiempo.  Ahora, con la desestructuración social que vivimos, lo poco que nos queda es la "ciencia" del señor que está delante de un mapa con altas y bajas presiones, las vidas ajenas de energúmenos de un reality show, o la incultura cada vez más extendida de la princesa del pueblo.

¿Y si nuestra sociedad no estuviera tan "cientificada"... seríamos más felices y viviríamos más el día a día?  ¿Podríamos aguantar cinco días sin ver al señor del tiempo?

Esta mañana, al despertarme en Barcelona, la zona Este estaba un poco nublada, la zona oeste limpia de nubes... altas presiones para la semana que empezamos!

¡Qué lástima haber perdido el lenguaje de la naturaleza!

viernes, 15 de octubre de 2010

Una noche soñé que era una mariposa

"Que toda la vida es sueño... y los sueños, sueños son...".  Casi todos conocemos estos pequeños versos que abren el post de hoy, a la mayoría de nosotros nos los hicieron aprender de memoria cuando estudiábamos la E.G.B., aunque la mayoría de nosotros no entendíamos nada de lo que decíamos "par coeur" (de corazón, de memoria en francés). [En chino, corazón y cabeza -en el sentido de inteligencia-, son la misma palabra, y para el pensamiento oriental, todo aquello que discurrimos, también pasa por el corazón. ¡Qué belleza! El discurrir, para un oriental, tiene dos centros: la cabeza y el corazón.]

Los sueños han sido un tópico, un common place, tanto de la literatura como de las distintas corrientes de pensamiento.  Zhuang Zi, escritor chino del siglo IV a.C, seguidor del corriente taoísta (daoísta según la fonética china internacional pinyín), tiene este pasaje que, por más que lo leo, más me asombra su sinceridad, su naturalidad y su descripción de lo cotidiano.  Sólo una descripción de lo que ve:
"Una noche Zhuan Zhou soñó que era una mariposa: una mariposa que revoloteaba, que iba de un lugar a otro contenta consigo misma, ignorante por completo de ser Zhou.  Despertóse a deshora y vio, asombrado, que era Zhou.  Mas ¿Zhou había soñado que era una mariposa? ¿O era una mariposa la que estaba ahora soñando que era Zhou?  Entre Zhou y la mariposa había sin duda una diferencia.  A esto llaman "mutación de las cosas" (Zhuang Zi, Maestro Chuang Tsé)
¿Cuántas veces no nos ha ocurrido esto?  Normalmente, soltamos la expresión ¿estoy soñando? cuando algo extraordinario nos está pasando.  A menudo, es difícil tener consciencia plena de saber quiénes somos puesto que nunca acabamos de estar del todo seguros de si lo que vivimos lo estamos viviendo o soñando.  A veces, tenemos sueños que son tan poderosos que incluso al estar completamente despiertos nos entran escalofríos al recordar el sueño de la noche anterior.  Algunos dan tanta importancia al sueño que se dejan dirigir por él.  Otros, dan tanta importancia a lo que "un día soñó" que pierden por completo la referencia de lo que, para casi todos, es la realidad más circundante.  En cualquier caso, soñar es espontáneo, y es lo que más nos acerca al pensamiento daoísta: la espontaneidad, el Zi Ran.  Y en este caso, la mariposa es espontanea, el sueño vuela libremente y se deja llevar por el Cielo como las mariposas.


Soñemos que estamos soñando, o vivamos que estamos viviendo, tempus fugit, y entre sueño y sueño, soñamos que algún día todo cambiará; pensamos que nunca hubiéramos soñado que esto nos iba a ocurrir; soñamos en otros mundos más allá del nuestro, soñamos que ¡ojalá no lo hubiera hecho!, y soñamos y soñamos, y no dejamos de soñar...

Lo más impactante y, seguramente, decepcionante, será descubrir que todos nuestros esfuerzos, malos momentos, desesperaciones, depresiones, tristezas, quebraderos de cabeza... todos ellos no han valido la pena porque, al fin y al cabo, éramos otro Zhuan Zhou soñando con mariposas...

¿O son las mariposas que sueñan ser Zhuan Zhou?

¡Algún día lo sabremos!

P.S.:  Las pinturas tradicionales chinas dibujan a Zhuan Zhou y, por extensión a Zhuang Zi, durmiendo en un bosque de bambú con dos mariposas revolotenado encima de su cabeza.

martes, 5 de octubre de 2010

R.I.P. "BASADO EN HECHOS REALES"

És una frase que sempre m'ha posat força nerviós.  Suposo que és un eslògan que fa vendre més.  La majoria de gent es llença de caps a llegir un llibre o veure una pel·lícula que s'ha "basado en hechos reales".  Intueixo que és el tarannà que es viu avui en dia, que importen més les vides dels altres que la pròpia.  Segurament perquè sentim massa buidor i l'hem d'omplir amb les experiències alienes, segurament perquè tenim massa por a viure i així prevenim que ens passi res.  Però bé, d'això ja se'n cuida l'altra gran mentida del segle XXI: el coaching i els para-psicòlegs (en el sentit que són de mentida, no que mirin el més enllà).  No els hi vull manllevar el gran esforç de marqueting que estan fent.

Sempre he pensat que llegir un llibre o veure una pel·lícula t'han de permetre entrar en el món de la imaginació, en el món de la màgia, on tot és possible.  Altrament, ja tinc la meva pròpia vida, que és del tot real, per viure tocant de peus a terra.  En canvi, si mai m'he equivocat de sala de cinema i, en començar la pel·lícula em diuen que està basada en fets reals, perdo tota la il·lusió.  A mi m'esdevé tot el contrari:  que no m'ho crec.

I en ple segle XXI podem dir que la tele també ha de permetre entrar en móns imaginaris, móns d'il·lusió.  I què millor que els spots publicitaris on tot és màgic, tot és possible, ens podem aprimar, ens podem tornar catxes, podem perdre les arrugues i rejovenir 10 anys en tres setmanes.  Quina meravella, la televisió i els anuncis!  Realment, fan una gran màgia perquè la gent s'ho arriba a creure i... SENSE DIR QUE ESTÀ BASAT EN FETS REALS!

Avui m'he alegrat moltíssim quan he sabut que l'aigua de VOSS és aigua de l'aixeta i no pas d'una glacera.  Quin bon negoci, tu!  Almenys han tingut en compte el canvi climàtic i l'ecologia de l'entorn!

I això que els de VOSS no van dir que estava basat en fets reals, altrament segur que venen més del que han venut!

Felicitats als programadors del marketing de Voss, heu fet una feina genial!

I mentre la gent llegeixi i miri pel·lícules "basades en fets reals", no es poden queixar que Voss hagi enganyat ningú.  La tele, els mass media, la literatura... tot és ficció... l'única realitat és la que vivim personalment aquí i ara.  Si algú s'ha sentit enganyat... que no vagi a cap sessió de coaching, però que mediti una mica sobre la seva pròpia vida!

sábado, 2 de octubre de 2010

UN BRI DE FELICITAT

Els dissabtes, per ser dissabtes, ja porten felicitat.  No hi ha despertador, tota la casa està fosca i silenciosa, no calen les presses dels dies de cada dia, el cafè i el cigarret s'allarguen a dos cafès i dos cigarrets, la dutxa es converteix en bany... Però és una felicitat d'aquelles enclaustrades, tipificades, que entren dins del fer-sempre-el-mateix.  És un dia de guardar els rituals.

No hi ha res, aparentment, d'extraordinari, deixant el fet que és dissabte.

Però per a la Rosita, que encara no sap comptar les hores ni els dies de la manera que ho fem nosaltres, sí.  I és que és l'únic dia de la setmana que de bon matí ja va amb mi.  Intueix que alguna cosa extraordinària passa.  Jugo amb ella al llit a "buscar puces", fem el ronso, sortim al jardí a esmorzar i sempre li cau un tros de formatge...

Ella, la Rosita, encara no sap que li arriba un moment molt especial.  És la sorpresa que li faig cada dissabte.  Amb cara de pena, veu com agafo les claus i me les poso a la butxaca.  Veu com em poso la motxilla a l'esquena i em calço les sabates per sortir.  No ho té clar, què farà ella.  Amb cara de pena, veu que ja sóc a la porta i que encara no li he dit res.  Ai làs!

I el bri de felicitat és quan, des de la porta de casa, abans de baixar les escales, li pregunto: "que véns, tu?".  És el seu moment de màxima felicitat, gemegant, rondinant, movent la cua, agafa embranzida des del menjador i, patinant pel passadís ve corrents cap a la porta i salta damunt meu.  Impacient, em dóna voltes i té ganes de sortir.  Tanco la porta i, tremolant de nervis, s'espera fins que no he baixat tots els escalons i sóc a la porta del carrer.  Gemega!  Crida fluixet:  "vinc o no?".

"Va!  Baixa!", li crido jo des del carrer.

I baixant les escales de tres en tres, la tinc al costat meu, gairebé en posició militar, per començar un dia ple de sorpreses, de jocs, de corredisses, de perseguir pilotes, de caçar frisbees, i de ser molt premiada amb el menjar que la gent li donarà.

El seu bri de felicitat, la impaciència a la porta de casa, és el que fa diferent un dissabte de la resta de la setmana.  I tots els dissabtes, així, són diferents, perquè el seu bri de felicitat sempre té una intensitat diferent!

jueves, 30 de septiembre de 2010

PROCÉS CREATIU

Sovint em passa que, en respondre "melmelades" a la pregunta força perniciosa  "de què fas?", la gent es posa a riure.  Bé, a mi també me'n fa, de riure.  Suposo que socialment queda millor ser "algú" en el sentit de professions més comunes.  Ja se sap que encara ara, a finals de la primera dècada del segle XXI, ser diferent és ser massa atrevit i outsider tirant a edgy, com dieuen els habitants de Seattle.  És evident que no tothom sobreviu la vida fent melmelades, i és evident que fa riure.  Si més no, gràcia.  Ja us dic, a mi també se m'escapa un somriure sorneguer quan contesto, i així convido tothom que no reprimeixi cap sentiment.

Ahir em va arribar la notícia que he de preparar 4 melmelades especials per a 4 persones especials que a finals de novembre se'ls nomenarà a través d'un premi, també especial, a nivell nacional (Catalunya).  I clar, això, quan ho diuen a un melmelader ja no fa tant de riure.  Per dir-ho d'una manera, no fa la gràcia aquella que et torceix una mica els llavis.  Fa la gràcia, però, del que se sent agraciat.

Qualsevol procés a la cuina comporta uns moments creatius.  Uns moments, hores, passejos al bosc, nits revisant llibres, literatura, llibres sobre la història de les professions, recollir informació ben fonamentada a través de la xarxa, xarles amb les persones que m'han fet l'encàrrec i molta meditació amb la finalitat d'obtenir un producte que quadri amb el tarannà de cadascun dels premiats.  És evident que això és la base informativa, la que em dibuixa la  història vital del premiat,  tot allò que ja són els vestigis arqueològics que configuren la seva personalitat i el seu tarannà, i que m'ajuda a entendre la situació actual que l'ha portat a rebre un homenatge.

Aquestes bases: la seva pròpia història, la seva pròpia filosofia, el seu tarannà, la professió que fa, com fa aquesta feina, com ho veuen els altres... ho he de traduir als aliments que hauré de transformar.

Com que els premis es donen a la trajectòria professional -curta, perquè són tots joves-, he de buscar els ingredients addients per a cada trajectòria -tots quatre artistes, això és fàcil-.  A més, hi ha dos homes i dues dones.  Donat que  una part de rerefons cultural meu té els fonaments en els aprenentatges a l'Orient llunyà, busco ingredients que energèticament siguin masculins i femenins amb la finalitat de despertar emocions, records, moments, sensacions.  Fins aquí tot és fàcil.  Ho tinc a mà.  Ja fa vuit anys que em moc entre fogons i gairebé podríem dir que es fa d'esma.

Un cop escollits els quatre ingredients, sempre n'hi ha d'haver un que sobresurti.  A partir del dominant, he de buscar la proporció dels tres restants.  A quin d'ells vull donar més protagonisme?  Algú dels premiats se sentirà ofès perquè l'he infravalorat respecte els seus companys de premi?  Bé, la història no va per aquí, ja que el dominant, a més, els representa a tots quatre per igual.

El fet de buscar un equilibri és el que complica més. Aquest és el moment que diferencia una melmelada d'una altra.  Aquest és que moment en què he de buscar la quietud i la tranquil·litat interior per resumir-ho tot a una sola essència.  Fins avui, i ara mateix és el que estic fent, la música m'ajuda a trobar les notes d'equilibri que puc tenir a dins del pot.  És com quan el perfumista elabora el seu chef-d'oeuvre.  Cada perfum ens evoca uns moments determinats de l'any, de les estacions, dels mesos, de les vides de cadascú.  Paral·lelament, cada gust té la seva nota, i s'enjugassa amb la llengua i el paladar.  I com una música ben acordada a l'oïda, la melmelada ha de desprendre l'armonia visual, olfactiva i degustativa.  Per això, em concentro amb la música que ja sé que sonarà aquell dia, soul i jazz de la mà d'un saxo.  Li he de donar, al conjunt dels quatre ingredients, un ritme primer lent, un ritme soul, que embolcalli tota la boca, que ens recordi qui hem sigut, que poguem admirar les ruïnes del nostre passat. Adonar-nos de l'arqueologia ens fa savis.  Llavors, com una nit de focs d'artifici, amb el ritme frenètic i sensual de jazz, cada nota ha d'explotar a la boca i evocar el moment d'ara. És el moment més emotiu, el que ens ha de despertar noves sensacions.  És el moment ple de felicitat perquè algú ha cregut que et mereixes un premi, perquè en el teu tarannà i la teva història, algú ha cregut que ets el millor. I al final, ha de ser una altra vegada un ritme de soul, lent, apaciguat, moix.  Un ritme que ens digui que el moment ha estat un dels més dolços de la nostra vida.

El moment daurat de recollir un premi dura uns segons, els mateixos que duren les espurnes de gust que deixa anar la melmelada dins la nostra boca tot jugant amb el paladar com quan nosaltres som capaços de tocar el cel de felicitat.  I ara, a les portes de l'octubre del 2010, a les tardes, les fulles dels arbres ja xiuxiuegen tot dient-nos adéu, mentre de matinada veiem les llàgrimes que han deixat les estrelles damunt de l'herba.  Aquests dos moments daurats de la natura, són el moment daurat de recollir un premi.  I tot això ha de quedar plasmat dins d'un pot de melmelada.

Així, cada vegada que un dels premiats obri el pot de 500 grams de melmelada que portarà el seu nom, recordarà l'instant màgic en què, per uns segons, ha estat considerat el millor de Catalunya.  Serà com la llàgrima que una estrella ha deixat, durant la matinada, damunt l'herba.

Suposo que algun dia, encara que a mi se m'escapi la rialleta sorneguera després de la pregunta perniciosa que sol fer la gent al cap de cinc minuts de parlar, la reacció de la gent sigui "i de què va, la feina?".

martes, 28 de septiembre de 2010

Ara mateix, ja fa dos anys

Avui mateix, ara mateix, fa dos anys que la Rosita i qui escriu ens vam trobar per primer cop, en un aparcament a la població de Figueres.  I amb dos anys ens han passat moltes coses bones.

La millor, però, i que ja fa molts mesos que dura, és la que veig cada nit, al sofà.  Mentre jo llegeixo, ets ajaguda, al costat meu, espitranxada, dormint un son profund que l'únic que transmets és pau i tranquil·litat.  Respiració lenta, profunda i silenciosa.  Fins i tot, algunes vegades t'he d'acaronar per saber que encara hi ets.  I fins i tot, l'aproximació de la meva mà cap al teu cos i la meva caranxona et deixen impassible submergida en el teu son.

Estàs tranquil·la, penso.  Que bé!

Si fossis humana diríem que dorms amb la consciència tranquil·la.  Com que ets gossa, sempre l'hi has tingut, de tranquil·la, la consciència.  Com que ets gossa, dic que dorms en pau, perquè ja fa molt de temps que ja no recordes els maltractaments, les pors, les angoixes ni la tristor.

Has fet amigues, has après a jugar amb pilotes, has après a fer agility, has après a aguantar-te damunt una taula de windsurf i fer veure que ets la millor surfera de Sant Pere Pescador, has après a jugar a frisbee com una gran campiona, has viatjat, anat en bicicleta, hem acampat junts, has conegut un racó de món...

Has jugat amb la neu i t'has empipat molt perquè no podies caçar les bolbes, i de la rabieta que agafaves, perseguies la neu com si d'un conill es tractés.

Però també has plorat, has tingut por, has tremolat i t'has posat en un racó morta de por, massa sovint has tingut la cua entre cames, els nervis no t'han deixat menjar i no has pogut engolir...  
Però tot plegat, ja fa dos anys.

El millor de tot, Rosita, és com ens ha canviat la vida!

Ara mateix fa dos anys, érem al veterinari per decidir el teu futur psicològic i de salut.  Ara mateix  fa dos anys, tots dos som sabedors dels camins dòcils i dificultosos per on hem passat.

Per molts anys, Rosita.  I gràcies!

miércoles, 15 de septiembre de 2010

ARA QUE EL TIL•LER JUGA A SER DE CASTANYA

La Garrotxa - Tardor del s. XXI

Aquest matí ha estat diferent a tots els matins d’aquest any.  En sortir a l’hort de casa a esmorzar, m’he adonat que el til·ler ja s’està amarronint.  Juga a ser de castanya. 

I això m’ha fet il·lusió. 

“Ei”, m’ha dit, una mica sorneguer, “desperta, que el setembre ja ha arribat”. 

Ja ho sabia, ja, que havia arribat setembre.  Des que jugo a ser empresari he de tenir un calendari gegant per saber quan em toca pagar impostos!  I això, molt a pesar meu, m’obliga a estar subjugat al pas del temps.  O potser és perquè ja he entrat a la maduresa i el pas del temps comença a ser una càrrega.  Bé, tant se val, pagar impostos sí que és una càrrega!  Però prefereixo més la del temps.

El til·ler m’ha fet recordar altres setembres, altres anys, de quan era més jove i segurament el setembre no m’agradava tant: el retorn a l’escola, a l’institut, a la universitat… dies curts per estar amb els amics, nits llargues estudiant de valent… però m’ha fet tanta il·lusió com tots els setembres de la meva vida.  Ja queden a prop els dies de fred, de focs de terra, bufanda, gorro, nas vermell, peus gelats, d’estar sota la manta…
Setembres, els vespres dels quals són agradables arran de mar, una mica abrigadet, no gaire, però una mica sí, perquè sinó se’t posa la pell de gallina tot veient les postes de sol als Pirineus mentre el Golf de Roses a la platja de Sant Pere Pescador es vesteix de magrana, i el mar ja no es pot emmirallar als cels perquè la llum ja és de fil de cuca. 

Tardor! Temps de quietud, de lentitud, de sentir el pas del temps bategant damunt la pell.

Pobre platja, pobre mar... tornen a quedar sols.  I la Rosita, tot mirant-me, demanant-me per què no es pot banyar.  Però la lluna de setembre, entre la nova i la vella, és bona per caminar descalços arran de mar, una mitja horeta.  Els vells del poble diuen que així, durant l’hivern, no agafes cap refredat.  La Rosita, mentre voregem les ones que arriben mortes a la platja per tenir els peus en remull, intenta ficar-se dins del mar... Ella sempre guanya, lluitant contra les ones!

“Va, espavila, dormilega!, que arribaràs tard!” em recorda. 

Però continuo meravellat pels tons marrons que ja comença a tenir, les fulles pensides, i alguna ja ben amarronada damunt la taula fent-me companyia mentre em prenc el cafè amb el meu cigarret de “pueblo”, mentre els ceps del costat li fan ganyotes perquè estan carregats de raïm, del blanc i del negre, i que a la Rosita li tornen boja.  M’agrada la barreja de les olors de tardor, del tabac i del cafè.

I de sobte, m’ha revingut un record de quan era petit, a Olot, quan Olot encara era un poble i hi havia un carrer amb un sol semàfor: “el carrer dels semàfors” –fèiem veure que n’hi havia molts.. bé, de fet, n’hi havia quatre, el d’anada, el de tornada i els dos dels peatons-.  Un record de quan jo deuria tenir 9 o 10 anys i anava content cap als Escolapis, als “àpits”, que dèiem nosaltres.  En aquells dies de tardor, al “parque vell” d’Olot, l’actual Plaça Clarà, els escombriaires, que encara anaven amb graneres i forquilles per amuntagar les fulles per encendre’n focs ajudats amb troncs que havien caigut o podat i aprofitaven per fer-se les torrades amb alls i se les menjaven allà mateix abans d’anar a les tasques per començar a fer el via crucis de Ratafia o d’anís del Mono i para de comptar. No n’hi havia, de bars, a Olot, quan jo era petit.

“No treballes avui?  Ei, que avui és dimecres!”.  Sí, sí que treballo, però estic acabant de fer el cafè i apurant el meu cigarret liat amb tabac “pueblo”.

Enyoro les tardors de fa anys, quan em podia permetre el luxe de veure passar el temps en mirar-me al mirall i adonar-me que m’havia sortit una cana, o que la barba se m’estava quedant completament blanca, o que m’havien sortit les primeres arrugues a les cues dels ulls.  Ara ja no sé ni quantes canes tinc, ni quantes arrugues.  De fet,  ni tinc temps d’afaitar-me la barba que ja tinc ben blanca!

Envejo el til·ler del meu hort.  Ell no té pressa, tot i les arrugues del seu tronc, tot i fer-se marron.  Ell viu sentint passar el temps i sempre està alegre.  Quan està despert, a les primaveres i estius, quan el sacseges, et perfuma, i la seva olor arriba fins a dins de casa.  Quan està adormit, a les tardors i hiverns, quan el sacseges, no diu res.  Hi és.

Però un dia, tornaré a ser com el meu til·ler.  Només sentir passar el temps a través del meu cos i de la meva pell, amb tots els cinc sentits, i reviure paisatges dramàtics de tardor que anuncia el temps de calma i recolliment, a qualsevol part del món.

Ja està arribant la tardor.  Quina il·lusió!

“Fins ara”, em diu el til·ler... Vol dir que demà el matí, tornarem a esmorzar junts.

lunes, 9 de agosto de 2010

MEDITANDO TAO :.:.: 5.-- El Vacío

V.—El Vacío

Torroella de Fluvià - Marzo de 2010
El cielo y la tierra son inhumanos;
tratan las cosas del mundo como si fueran perros de paja.

El sabio es inhumano;
trata a los nobles como si fueran perros de paja.

El espacio entre cielo y tierra es como un fuelle,
Está vacío, y exhala vacío sin cesar.
Cuanto más grande es el vacío, más vacío exhala.
Cuanto más se habla de él, menos se lo alcanza.



**********


El estado de vacío es el estado ideal para los seguidores del Tao.  Una vez más nos encontramos con que el pensamiento taoísta se contrapone con el pensamiento confuciano.  Los seguidores de Confucio, su nombre más popular chino es el de Kongzi (Lu, 551aC – 479aC), luchaban para que los gobernantes actuaran de manera positiva según el ren –el humanismo o solidaridad confucianos que no tiene nada que ver con lo que entendemos hoy en día los occidentales-, mientras que los taoístas proclamaban el wuwei –no actuar- o sea, que los humanos no podemos intervenir en el curso de los eventos.

Para los confucianos, el ren radica en un buen trato entre semejantes pero respetando la línea descendente tanto a nivel político como a nivel familiar.  Así, pues, un hijo debe de respetar a su padre, y éste al suyo a la vez.  De la misma manera, el ren debe de extrapolarse a todas las situaciones de la vida, a todos los cambios en la naturaleza, al curso de las situaciones.  A pesar de ello, cuánto más subamos en la escala social, más poder encontramos, lo que conlleva a que un noble pueda ejercer cierto poder sobre el pueblo.  Según el ren, el pueblo debe respeto al noble, y el noble debe condescendencia al pueblo.  De esta manera, los humanos se entrometen en el curso de las cosas.  El ren  es la “excusa” para poder predecir en cada caso cuál debe de ser el comportamiento correcto, o sea,  poder definir cuál es el tao  o camino correcto constantemente.  En cambio, el taoísmo defiende todo lo contrario.  Sea cual sea nuestra posición social, sea cual sea nuestra línea familiar, no podemos actuar, no hay ren  sinó wuwei.  Absolutamente nada es predecible.

Los perros de paja eran unos muñecos que se utilizaban en algunos ritos en que éstos eran tratados con respeto antes de las ceremonias religiosas pero después los tiraban al suelo y eran pisoteados y maltratados. 

El cielo y la tierra hacen referencia a todo aquello que es visible e invisible, lo que es superior y lo que es inferior, lo que es cósmico y lo que es natural.  Y éstos no son solidarios (en el sentido confuciano), dejan que las cosas fluyan como marca su camino.  El sabio –el que contiene el Tao- también trata todas las cosas como si fueran “perros de paja”, no se entromete en el curso de los acontecimientos.  Todo aquello que sucede está en el inicio y final del Tao desde el vacío.  Ni el cielo ni la tierra nos obligan a nada.  Y lo que pasa entre el Cielo y la Tierra nos lo compara como un fuelle que exhala vacío.  Cuanto más vacío, mejor.  Cuanto menos hablemos de él, mejor.  Nuevamente, nos encontramos con la crítica a las escuelas de pensamiento que convivían con el taoísmo.  Recordemos que para el taoísmo el hecho de definir y caracterizar las cosas nos aparta del camino.  Es por ello que nos vuelve a recordar que no hace falta poner etiquetas a nada ni a nadie.  Las etiquetas y las definiciones nos conducen a ser reduccionistas y perdemos la esencia.


MEDITACIÓN à Para un occidental acostumbrado a convivir sustentados del pilar perenne cristiano con que nacemos, y que nos recuerda constantemente que somos culpables pecadores, es difícil aceptar la totalidad del pensamiento taoísta.  Si a esto le sumamos otro pilar que es la manera de pensar occidentalista que nos hace buscar las “causas” de todo, no es extraño que para un occidental, la vida pueda ser trágica.  Almenos en ciertas etapas o momentos de nuestra existencia.

La tragedia como género teatral y literario nace en Grecia.  Es una forma inventada para hacer patente la ira y la cólera de los dioses contra los mortales.  Para el pensamiento occidental, los hombres estamos bajo el capricho de los dioses, del azar, del hado, de la fatalidad.  Y esto nos subyuga, nos sobrepasa y nos tiraniza.

Es normal que cuando acontece algo muy triste lo etiquetemos como “tragedia”:  la muerte de un hijo, un accidente mortal de coche, la caída de un avión dónde muchos pasajeros pierden la vida… Incluso, en algunos países de occidente, cuando esto sucede, a las víctimas se las trata como “héroes”.  Pero también podemos vivir tragedias personales a una escala de menor magnitud que la que he apuntado antes.  Podemos vivir como trágico el hecho de que un negocio no nos salga como habíamos pensado; que nuestra pareja pase a ser un “ex” de la noche a la mañana; que un hijo adquiera una enfermedad de larga duración o sin cura alguna; que a una persona estimada le suceda algo malo, etc.  Y a menudo, cuando algo muy grave sucede a alguno de nosotros, es normal oír: “ya no creo en Dios”, “Dios se ha portado muy mal conmigo”.  Es así como todavía ligamos “tragedia” con “algo divino”.

Acostumbrados a que la felicidad es un producto más de consumo que pensamos que podemos adquirir fácilmente con una tarjeta de crédito, hemos extrapolado a categoría de “tragedia” los hechos que nos pueden pasar a todos, que forman parte de la vida misma.  Efectivamente, es muy triste cuando un ser querido se nos va, pero aun es más triste cuando se nos va porque ha pasado por una muerte traumática.  Sin embargo, esto no es “tragedia”.

Cuando pasamos por malos momentos en la vida, sabemos por experiencia que sólo son esto: unos momentos.  Por mala suerte, en el colegio, cuando éramos pequeños, no nos enseñaron a valorar estos momentos traumáticos.  Los cristianos no tenemos un dios, o un santo, que sea el de la Pérdida.  Vivir con la consciencia de que cada día perdemos algo ayuda a valorar lo mucho o poco que tenemos.  Hace falta ser conscientes que el ejercicio de la vida es adquirir y soltar, ganar y perder.  Esto es un equilibrio más que necesitamos comprender.  Y en el equilibrio está la vida sana.

Para mejorar nuestra tranquilidad, y relativizar los hechos, debemos de ser conscientes de que no somos eternos, que nada dura, que todo está sometido al cambio y que la vida es un ciclo.  No sabemos qué habrá más allá del traspaso.  Tampoco sabemos qué hubo antes de nuestra llegada al mundo.  Sólo sabemos lo que hay aquí y ahora.  Así, basta en no montarnos quimeras futurísticas.  No hace falta plantearse “objetivos” vitales.  Un OBJETIVO es como una estación de tren que nos queda lejos en el tiempo y en el espacio y, a menudo, no sabemos en qué estado estarán las vías del tren para llegar a dicha estación, como tampoco no sabemos si tendremos la suficiente energía para llegar ahí.  Al fin y al cabo, un objetivo es un límite, algo que nos hace más pequeños.  Cuando cogemos el tren para irnos a nuestro objetivo, es normal que no valoremos los troncos que nos cerrarán las vías, el mal tiempo que nos hará parar el viaje, los asaltantes que intentarán sabotear nuestros vagones… Y cualquier contratiempo que no esté en nuestra mente para alcanzar el objetivo, lo vamos a traducir como un “evento trágico”. 

Ahora “tragedia” ya no es tanto estar atado a la voluntad de un dios, sinó más bien estar atado a nuestra propia voluntad, a nuestra propia manera de ser.  Como humanos y limitados que somos, no podemos tener el control absoluto de las cosas, ni tampoco podemos tener el éxito que tiene nuestro vecino.  Siempre hay algo que se nos escapa.  Siempre hay un lugar al que no podemos llegar. Y cuando chocamos con los eventos inesperados que nos sobrepasan, caemos en la tristeza y en el desánimo.  Podemos sentir que nuestro camino es trágico.

Dejar fluir los acontecimientos es bueno.  Esto nos ayudará a comprender cuál es nuestra propia “tragedia” personal, a dónde no podemos llegar nunca durante nuestra existencia.  Conociéndonos, cuando nos proponemos llegar a un sitio, seguro que vamos a llegar a él sin forzar nada, sólo observando cómo se van resituando las situaciones.  Es negativo y dañino para los humanos estar etiquetando, valorando y juzgando todo. 

Cuando alguien consigue algo, la mayoría dice “quien la sigue, la consigue”, algunos dicen “ha luchado mucho”, pocos piensan “qué suerte ha tenido”, pero casi nadie se da cuenta de que si ha llegado a donde ha llegado ha sido gracias a su predisposición a poder llegar allí.  Seguramente esta persona se conocía bien a sí misma, sabía cuáles eran sus limitaciones y ha escogido el camino correcto.

Que medio país se inunde debido a un monzón o a unas lluvias torrenciales, no es una tragedia, es algo natural, es algo cíclico, es la fuerza de la naturaleza.  Que una provincia se quede sin luz y sitiada durante cuatro días debido a la nieve, no es una tragedia, es la naturaleza que nos recuerda que formamos parte de ella.  El hombre, estúpidamente, ha querido manipular la naturaleza, ha querido subyugarla a su voluntad y a sus necesidades.  Y no sabe que la naturaleza es intocable.  

Que yo no pueda presentarme a unos juegos olímpicos es debido a que ya de pequeño no he ejercitado mi cuerpo para ello.  Que yo siempre tenga mala suerte jugando a cartas es que estoy limitado en la táctica del juego.  Es mi propia naturaleza que me da mis límites. Luchar en contra de esto, es luchar en contra de MI naturaleza.

El problema básico es que tachamos de tragedia todo aquello que se nos escapa de las manos y que no forma parte del proyecto virtual de “felicidad” impuesto por Occidente.  Casi todas las cosas que ocurren en la vida tienen una explicación sencillísima que normalmente es: el ciclo de la vida, de la naturaleza, del cosmos, del Cielo y de la Tierra.  Intentar dar una explicación más profunda es jugar con la perversidad y querer jugar a ser dioses.  Para tener una tragedia, debemos de tener héroes y, irónicamente, la mayoría de nosotros no somos héroes.  Pero tampoco podemos ser dioses y controlarlo todo.  Por lo tanto, ya no tenemos tragedia.  Es la sencillez de todo, y no buscar tantas “causas”, que nos ayuda a acercarnos a algo llamado Tao.  Lo que hay entre el Cielo y la Tierra es sólo vacío, al que debemos llegar.


Te lo predije; pero no me creíste.
Tus llantos prevalecieron sobre mis justos remordimientos.
Esta mañana iba a morir digna de ser llorada;
seguí tus consejos y muero en la deshonra.”

Fedra, Acto III, Escena II – Jean Racine

sábado, 31 de julio de 2010

MEDITANDO TAO :.:.: 4.-- Sin Origen

IV.—Sin Origen

Baix Fluvià (Girona) - Noviembre 2008
El Dao es vacío,
pero nunca se puede rellenar.
Es un pozo sin fondo,
tan profundo como el origen de todas las cosas.

Redondea los ángulos, deshace nudos, suaviza el resplandor
y devuelve todas las cosas a su sitio.
Dentro de la profundidad
parece existir o ¿no existe?

No sé de quién es hijo;
es la imagen de lo que hubo antes del primer antepasado.



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Éste es el primer texto en que aparece el concepto de vacío en el Tao.  Recordemos que, como se ha dicho anteriormente, la filosofía oriental parte de este estado, el de vacío.  Lao Tsé nos explica que es un vacío que no se puede rellenar como si se tratara del vacío de una jarra.  Es un vacío infinito, y lo compara con la imagen del pozo sin fondo.  Si quisiéramos bajarnos a él, nunca llegaríamos a ningún sitio.  Es por esto que el Tao es tan profundo e infinito que es el origen de todo y, por lo tanto, no podemos llegar al mecanismo que ha “fabricado” todo aquello que conocemos. 

Los ángulos rectos son peligrosos en la vida, nos pueden hacer daño.  Son un extremo de fuerza demasiado elevada con la que el Tao no puede convivir, por eso los redondea, para que su tacto para con nosotros sea suave, deslizante, no peligroso.  El hecho de pulir los ángulos rectos y convertirlos en curvas es un símil a la vida.  La creación, para el Tao, no es  la recta occidental de inicio – medio – final sinó una curvatura, una esfera, un círculo donde el inicio y el fin se dan la mano diluyéndose en uno sus confines.  Es el punto minúsculo que da inicio a todas las cosas.

En la creación, no hay nudos, el Tao los ha deshecho.  Cada objeto tiene su sitio y su sentido.  La creación opta por las cosas fáciles, económicas, sencillas a simple vista.  El resplandor nos puede cegar.  Un haz de luz muy brillante nos puede quemar la retina.  Es por esto que el Tao suaviza el resplandor, porque tiene que conllevar un equilibrio para no dañar el entorno.  No tiene formas, pero es todas las formas. 

Una vez más se nos ofrecen los contrarios en armonía que ya encontrábamos en el primer poema al que el lector puede remitirse: la existencia vs. no-existencia que hay en la profundidad de toda cosa creada.  Todo aquello que existe en la naturaleza, tiene su no-existencia en el cielo y viceversa, en la creación.  Es el nexo de unión entre Tierra y Cielo.  Es donde el viaje de los seres vivientes debe de encaminarse: hacia la profundidad, hacia la unión de existencia con no-existencia.

El Tao es anterior a todo.  El Tao es el todo y la nada.  No podemos designarle una situación, no podemos apuntarlo con el dedo y categorizarlo. No podemos concretizarlo.  El Todo no tiene características para definirse a él mismo.  Si lo pudiéramos identificar y definir, perdemos su esencia, perdemos su “identidad”.

MEDITACIÓN à Para leer el mundo tal cuál es, y explicarlo, necesitamos de las palabras.  El Tao no se puede explicar con palabras, o dibujos, o símbolos.  El Tao es una experiencia.  Y cuando entramos en discursos sobre cómo es el mundo, cómo son las cosas que nos acaecen, entramos en estados de obsesión y, a menudo, sobreinterpretamos la “realidad”.  Nos alejamos, pues, de la experiencia, del Tao.

Desgraciadamente, los humanos, cuando pensamos, lo hacemos en términos de identidad y semejanza.  Primero identificamos un hecho, un problema o una persona y, por un símil con otros hechos que nos han pasado o que nos han contado, caemos en esta semejanza.  Esta semejanza es la que nos aparta nuestra mirada de la esencia de las cosas.  Así, al sobreinterpretar, es cuando caemos en los errores de categorización de bueno o malo, positivo o negativo, etc., y, consecuentemente, a la obsesión (evidentemente, en el mundo científico, hace falta un poco de “obsesión” para ir a buscar indicios, pero aquí no estamos hablando de ciencia, sinó de espiritualidad).  Cuando interpretamos y sobreinterpretamos NUESTRO mundo, lo hacemos con NUESTRAS palabras, siempre limitadas a nuestros conocimientos; a NUESTRA experiencia, siempre limitada por los años que hemos vivido y por lo poco o mucho que nos hayamos movido y relacionado; a NUESTRA inteligencia emocional, limitada por los valores emocionales transmitidos por nuestros padres los primeros años de vida;  a NUESTRO sexo, limitado a varón o hembra; a NUESTRO entorno; a NUESTRO…. Demasiadas limitaciones para ir a buscar la esencia del hecho en sí.

El problema de la sobreinterpretación es que nos puede hacer enfermar.  Si partimos de la idea de que vivimos en una sociedad competitiva en que el “triunfar” es primordial y en que “ser algo” es importantísimo, veremos el mundo desde el podio de ser “el primero” y no tocaremos con los pies en el suelo.  Y esto nos aleja de la esencia.  Ver el mundo a sabiendas que pertenecemos a él y que somos una prolongación más de él, es la manera de ser humildes y entender los ángulos redondeados de la vida, el desenredo de los nudos y la suavidad del resplandor. 

Cuando, por ejemplo, un grupo de montañeros, después de días de sudores, esfuerzos, malos ratos, ilusiones en la mochila y esperanzas en un background patriótico o pseudopatriótico, llegan a la cima del Everest, es ya un tópico decir “Hemos conquerido el Everest”.  Esta es la sobreinterpretación de la experiencia y el hecho de ascender una montaña hasta su cumbre, sean cien metros, sean siete mil.  La esencia del hecho es que “la montaña les ha permitido subir a ella” y, por ello, debemos dar las gracias a la naturaleza de haber puesto un camino asequible para llegar a la cima.  Al fin y al cabo, nosotros mismos somos una prolongación más de esta montaña.  Y este año 2010 que es año Xacobeo, me pregunto cuántos pelegrinos hay en el Camino de Santiago que estén viviendo la esencia de esta marcha o, de manera ficticia, llevar a cabo un objetivo con su sobreinterpretación.

De la misma manera ocurre con los sentimientos.  Si los sobreinterpretamos, podemos caer en la obsesión.  Regalar flores, por ejemplo, a una persona amiga es un acto humano agradable, de amistad, de gratitud, de armonía, de satisfacción, porque sabemos que a la otra persona le gustan las flores y que no es alérgica a ellas, porque puede ser un regalo de cumpleaños, o por el nacimiento de un hijo, o para llevar a un cementerio.  Dependerá del momento en que este ramo de flores tenga un significado u otro.  La sobreinterpretación del hecho sería que cayéramos en el error de que “regalar un ramo de flores” sea sinónimo de amor entendido como pasión, nada más que pasión.  Ahí es cuando caemos en lo enfermizo de dar significados con las palabras a los objetos y hechos que nos rodean.  Ahí hemos perdido todo contacto con la esencia, con lo profundo, aquello que no tiene ni fondo, aquello que es anterior a nuestros antepasados. 

La lástima, sin embargo, es que hoy en día, el hecho de regalar algo a alguien de una manera inesperada, sin ser ningún aniversario o sin haber motivo suficiente de hacerlo –en el sentido tópico establecido por las “leyes” sociales de nuestra cultura-, caemos, inevitablemente, en la sobreinterpretación.  Cuando traducimos este hecho en discursos como “¿será que me ama?”, “¿será que busca algo de mi?”, “¿qué quiere en realidad?”, “¿qué tengo que dar a cambio?”, estamos sobreinterpretando, etiquetando, clasificando y categorizando un hecho tan inocente como regalar algo a alguien, sin más.  En este caso es cuando debemos de entrar en el momento de vacío del Tao.  Si realmente dejamos fluir –y fluir no significa realizar, puesto que actualmente esta palabra se usa mucho como sinónimo de actuar, realizar, hacer-, viviríamos este hecho como cuando estamos mirando una aurora, como cuando estamos caminando por la naturaleza bajo la lluvia en verano mientras sentimos el frescor que cae del cielo y nos refresca la cabeza y los hombros y el calor de la tierra quemada del sol durante todo el día  nos calienta las piernas.  Ahí, cuando nos dejamos seducir y llevar por las sensaciones que nos brinda la naturaleza, es cuando dejamos fluir a todo nuestro ser.  Es cuando nos convertimos en una prolongación real del Todo.  De la misma manera tendríamos que hacer con los sentimientos.  Cuando algo ocurre, sea positivo o negativo –esto ya depende de la mirada de cada uno-, debemos dejar fluir estos sentimientos de manera que no categoricemos y clasifiquemos los hechos para no llegar a la sobreinterpretación y consiguiente obsesión.  Al fin y al cabo, la obsesión cierra los canales de comunicación, nos ensucia, nos anuda, nos convierte en ángulos rectos, en resplandores demasiado violentos.  Cuando dejamos fluir es cuando vamos situando las cosas en su sitio, sin más, sin darles ninguna connotación. Esto es algo semejante al Tao.


“…En cuanto el mecanismo de la analogía se pone en marcha, no hay garantía de que se detenga.  La imagen, el concepto, la verdad, que se descubren bajo el velo de la semejanza se verán a su vez como un signo de otro desplazamiento analógico.  Cada vez que uno crea haber descubierto una semejanza, ésta señalará hacia otra en una progresión interminable.  En un universo dominado por la lógica de la semejanza (y la simpatía cósmica), el intérprete tiene el derecho y el deber de sospechar que lo considerado como significado de un signo es en realidad signo de un significado adicional. … // … Si dos cosas son semejantes, una puede convertirse en signo de la otra y viceversa.” (Eco, Umberto, Interpretación y sobreinterpretación, Oxford University Press, 1997)