domingo, 24 de octubre de 2010

El momento dulce, cuando el aire se ha parado

Debo el título del post a Mariàngela Vilallonga, su comentario al post anterior.  Yo le llamo el punto de quietud, ella me comenta... "Yo le llamo el momento dulce, cuando incluso el aire se ha parado".


Llevo varias semanas inmerso en literatura sobre el Tao filosófico, así como empapándome de teoria filosófica, ontológica, religiosa y otras especialidades tanto del Tao filosófico como del Tao religioso.

Uno de los fenómenos que más populares se ha hecho en Occidente sobre el taoísmo y, por extensión, el buddhismo (el buddhismo que llega a Occidente está muy empapado de taoísmo filosófico) es el vacío.  Popularmente, casi todos hemos entendido que el vacío se consigue a través de "no hacer nada" -wu wei-.  Pero claro, para un occidental, cuando le dicen "no hagas nada", entiende -y yo también- sentarse en el sofá y estarse quietecito y calladito... Incluso ya, lo más frívolo y superficial del taoísmo occidental popularizado es que, cuando tenemos problemas de verdad, no hace falta hacer nada... todo se arreglará....

Bueno, no sé si "no hacer nada" arregla mucho a la hora de pagar una hipoteca, o de mantener un trabajo.  Supongo que, en principio, todos tenemos algún nivel de "responsabilidad" e intentaremos mantener nuestro puesto de trabajo para seguir pagando la hipoteca y continuar viviendo de una manera "segura" según los parámetros culturales de nuestra sociedad occidental.

Resumiendo brevemente, el taoísmo critica duramente el confucianismo en el hecho que éstos últimos eran "esencialistas" mientras que los primeros son "existencialistas".  El problema del confucianismo es que tienen que poner nombres a todo lo existente y, automáticamente, al poner nombres a todo lo que existe, estamos definiendo y, al definir, perdemos la esencia de la cosa nombrada.  En cambio, los taoístas buscan volver al caos (entendido de manera que todas las cosas se confunden y se pierden los límites y definiciones) para llegar a lo que es divino, para llegar al primer estadio de la creación, para llegar al Uno (no comparen con la numerología judeo-cristiana, puesto que no funciona "a nuestra manera").  En este sentido, los taoístas, más o menos, comparten las ideas que Wittgenstein también articuló y que terminó con su máxima "los límites de mi lenguaje son los límites de mi pensamiento".

Y así, los taoístas explican el "vacío" de mente en este sentido.  Cuando perdemos las nociones de las palabras, cuando ya no podemos definir "bueno-malo", "luz-oscuridad", etc., es cuando nos acercamos al Tao, cuando hacemos el vacío, cuando ya no hace falta hacer nada -wu wei- puesto que nosotros mismos ya somos el Tao, el Camino, la Vía.  Y el Tao, pues, no tiene conceptualización o razonamiento.

Hay una historia taoísta, de Zhuang Zi que explica cómo se puede hacer el vacío y llegar al Tao.  No la voy a copiar puesto que es de cinco páginas, pero la voy a resumir: Cuando entramos en el bosque y el Viento sopla (viento, en pensamiento chino simboliza lo Absoluto, el Uno, la Vía, el Tao), pasa por entre los agujeros de los árboles y estos hablan, silban, cantan, gritan, rumorean, en definitiva, lanzan sonidos  (los sonidos serían las palabras, símil de la existencia, del ser).  Así, cuando paseamos por el bosque un día de viento, creemos estar escuchando el sonido del Cielo, pero el Cielo no tiene sonido.  Nuestros oídos físicos escuchan el sonido de la Tierra, el sonido de las apariencias.

"[El mismo Viento] sopla sobre las diez mil cosas {o sea, todo lo creado, lo físico} de diferentes maneras, haciendo que cada cavidad produzca su propio sonido, de modo que cada una imagina que lo produce ella misma.  Pero, en realidad ¿qué es lo que produce los diversos sonidos?" [Zhuang Zi, Libro II]

Para llegar al Tao, hace falta saber escuchar el sonido del Cielo, como cuando el aire se ha parado, que no se oye nada.  Este es el momento dulce de comunión con el Uno, cuando nuestros oídos físicos dejan de trabajar y nosotros hemos pasado a formar parte de lo Absoluto.  Es, seguramente, el momento dulce de Mariàngela en que sabe llegar a la esencia de la cosa admirada yendo más allá de su apariencia.

5 comentarios:

  1. La meva mare escrivia poemes i els darrers anys els signava així: "El vent...". N'he publicat un parell aquí: http://mariangelavilallonga.blogspot.com/2009/11/angela-vives.html
    Ella em va ensenyar a escoltar i a viure el moment dolç.

    Els antics grecs anaven a Dodona a consultar l'oracle: un bosc amb alzines, o roures, que parlaven. A les Bucòliques de Virgili els boscos i els arbres sempre són sonors i, a vegades, fins i tot repeteixen els versos del poeta.
    Moltíssimes gràcies, Manel, per aquest diàleg, bressat pel vent i les aures...
    Una bona abraçada.

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    1. que maco el que dius, Mariàngela! visitaré el teu blog

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  2. A part de la Rosita, l'altre amor meu és un bosc preciós d'alzines i pins mediterranis que hi ha entre Torroella de Fluvià i Sant Tomàs de Fluvià, on només s'hi pot accedir a peu o en bicicleta. Sovint hi anem, amb la Rosita, a escoltar el que xiuxiuegen els arbres, i de ben cert que és interessant, tant si és el so de la Terra, com si n'és del Cel. I la Rosita hi està tan bé que fins i tot s'hi estira i juga amb el sota-bosc, amb molta tranquil·litat.

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  3. FE DE ERRATA --> Wittgenstein dice: LOS LÍMITES DE MI LENGUAJE SON LOS LÍMITES DE MI CONOCIMIENTO, y no.. .de mi pensamiento, como cité... El subconsciente juega malas pasadas...

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  4. disfrutando del 无为 !!! en el que el tiempo se detiene y el espacio se convierte en un lugar eterno y dulce como dice tu título...

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